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Con ciencia

Monos autistas

Monos autistas

El autismo es una enfermedad muy seria, con un alto grado de discapacitación en los niños, que se expresa de forma temprana por la incapacidad de mantener relaciones de empatía y, por ende, de socializarse. El autismo cuenta con raíces genéticas que implican probablemente muchos genes pero uno de ellos, el MECP2, ha sido la diana de numerosos estudios que intentan aclarar la forma como afecta el autismo a las personas. El MECP2 es uno de los genes relacionados con el desarrollo epigenético que intervienen en el silenciamiento de la información contenida en las cadenas de DNA del núcleo de nuestras células y uno de los síndromes que se relacionan con la conducta de tipo autista, el de Rett caracterizado por fallos en la interconexión neuronal que impiden la adquisición del lenguaje cuenta en el 90% de quienes lo padecen con mutaciones de ese gen, en particular la duplicación de sus copias. Pongamos la lupa sobre el MECP2.

Acaba de hacerse de una manera del todo novedosa. Genes MECP2 humanos mutantes han sido introducidos, mediante ingeniería genética, en macacos (Macaca fascicularis). El estudio de esos monos ha permitido al equipo de investigación dirigido por Zilong Qiu, del Instituto de Neurociencias de la universidad Fundan (Shanghai, China), indicar que los monos exhiben una conducta semejante a la del autismo humano una interacción social reducida y, por añadidura, Qiu y sus colaboradores han logrado que el gen modificado se transmita a las generaciones siguientes. Un programa semejante de estudio de la influencia del gen MECP2 humano en ratones había conducido con anterioridad a resultados no concluyentes no se identificaron rasgos de "autismo" en ellos pero, claro es, en términos evolutivos los macacos se encuentran mucho más cerca que los ratones de nuestra especie.

La hazaña científica de los investigadores de la universidad de Fundan es sin duda notable. Tanto identificar un trastorno semejante al del autismo tras la introducción del gen defectivo humano como lograr la transmisión intergeneracional del MECP2 manipulado suponen hitos que parecía imposible alcanzar hasta ahora. Pero la otra cara de esa moneda es la de haber generado monos "autistas" por así llamarlos. Existen razones éticas convincentes en favor de impedir que unos animales tan próximos a nosotros sean utilizados con fines experimentales y es esa barrera la que ha llevado a que cada vez sean mayores los obstáculos para la experimentación con primates. Pese a ello, pasan de 10.000 los monos usados cada año en los laboratorios de la Unión Europea y los expertos consideran que se trata de un mal necesario. El equipo de Zilong Qiu, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista Nature, defiende el uso de la ingeniería genética en primates para poder estudiar mejor los trastornos cerebrales. Pero la pregunta clave es obvia: ¿qué beneficios cabe esperar que obtengan de esos experimentos los niños autistas humanos?

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