Bajo un sol luminoso que baña durante todo el año el Mediterráneo que surcaron incansables los fenicios, La Valeta, capital de Malta, y refugio de los hábiles comerciantes sirios, libaneses y palestinos 1.200 años antes de Jesucristo, ofrece al visitante la nueva imagen creada por el arquitecto Renzo Piano para celebrar el próximo año el 450 aniversario de su fundación con la ambiciosa meta de recuperar el esplendor que le otorgaron los cruzados de San Juan , más conocidos como caballeros de la Orden de Malta.

"Quiero que esta ciudad, Patrimonio de la Humanidad, y de apenas un kilómetro cuadrado de superficie, sea una capital moderna que no pierda en ningún momento su esencia de fortaleza", explica Alexei Dingli, alcalde de esta localidad en la que residen 8.000 ciudadanos. La Valeta fue levantada en 1566 en las faldas de la península de Sciberres por orden de Jean Parisot de La Valette, Gran Maestre de la Orden de Malta que da nombre a la imponente ciudadela. El emplazamiento militar, estratégicamente diseñado para luchar contra los turcos, existía ya desde 1535.

Fue el 23 de marzo de ese año cuando el emperador Carlos I de España cedió a los caballeros de la Orden de Malta esta isla que los griegos llamaban "Melite", 'dulce como la miel', Gozo y Trípoli a cambio de recibir un halcón maltés al año y con la promesa de guardar y hacer guardar la fe católica en las cruentas batallas que disputaba el imperio español contra el otomano en el Mediterráneo. El tributo del halcón maltés pervive en la novela policiaca del mismo nombre de Dashiel Hammet, adaptada para el cine por John Houston en 1941 que hizo de esta poderosa ave la piedra angular en forma de valiosa estatua incrustada con piedras preciosas, de un valor inmenso, que pudo ser u regalo o el precio pagado por los caballeros de la Orden de Malta por la isla al rey Carlos I en 1530.

En 1565, los cruzados hospitalarios y guerreros vencieron a los turcos tras el Gran Sitio de Malta planeado por los conquistadores islamistas y fue entonces cuando La Valette, de origen francés, ordenó la construcción de la ciudad que lleva su nombre. Las obras fueron diseñadas y supervisadas por el italiano Franceso Laparelli, discípulo de Miguel Ángel, recomendado para esa empresa por el Papa Pío V, quien hizo importantes aportaciones para la reconstrucción de la fortificación inicial. A este fracaso turco se sumó seis años después su derrota en la Batalla de Lepanto ante la Liga Santa que formaban España, Venecia, Génova y la Santa Sede que consiguió neutralizar el plan otomano de expansión por el Mediterráneo.

Laparelli, además de arquitecto se rebeló como un audaz hombre de negocios al reconvertir la ciudad militar en puerto comercial por el que pasaban, y siguen pasando aún hoy, barcos que, repletos de preciadas cargas, comunican a Oriente con Occidente. Los caballeros de la Orden de Malta controlaban desde esta isla llena de puertos naturales las rutas comerciales del Mediterráneo y las que unen la península itálica con el norte de África.

Además de las valiosas mercancías y del cobro de impuestos por atracar en sus bahías, los cruzados gozaban de dispensa de la Santa Sede para reclutar esclavos. "Toda La Valeta fue construida por prisioneros turcos primero y por los cautivos que apresaban procedentes de África y que luego fueron enviados a las colonias de los aristócratas europeos en tierras americanas", explica Guillaume Dreyfuss, uno de los arquitectos de Malta que ha colaborado en la remodelación de la fortaleza dirigida por Renzo Piano.

El Parlamento se alza a la entrada de la ciudad como dos piedras que flotan para abanicar a los transeúntes. Es una edificación realizada en piedra caliza coralina de la vecina isla de Gozo que da la bienvenida al visitante tras sortear la nueva entrada principal de la capital de Malta. El puente de acceso recupera las dimensiones que tenía en 1633 y permite avistar la zanja fortificada original construida por los cruzados para acceder a la principal calle República.

Al lado del Parlamento se alza el diseño de una "máquina" de teatro al aire libre construido por orden de Mussolini sobre las ruinas de la antigua Ópera Real, símbolo político del ansiado poderío italiano durante la I Guerra Mundial.

"La ciudad que primero fue militar para pasar después a ser comercial se abrió más adelante como ciudad hospitalaria para dar refugio a mercaderes y marineros cristianos que pasaban por el Mediterráneo", añade Dreyfuss.

La debacle de los caballeros hospitalarios comenzó con la conquista francesa de Malta por Napoleón Bonaparte en 1798 cuando se dirigía a Egipto. Los cruzados de la Orden de Malta fueron obligados a abandonar la tierra que les había cedido Carlos I, perdieron gran parte del patrimonio artístico atesorado y se refugiaron en Roma, donde hoy en día se levanta su sede, en la Vía dei Condotti.

Los británicos hicieron frente a los franceses comandados por Horatio Nelson y tomaron el control de Malta, Gozo y Comino en 1800. "Muchos malteses se hicieron a principios del siglo XX antibritánicos y soñaban con unirse al Reino de Italia", comenta el alcalde Dingli antes de rememorar los estragos provocados durante la II Guerra Mundial en la ciudad que rige desde hace ocho años. "La fortificación fue muy dañada y el 80 por ciento de los edificios, derrumbados", afirma para mostrarse a continuación orgulloso de la remodelación hecha ahora, aunque no oculta su preocupación porque su ciudadela, a la que aún se permite el acceso en coche, pueda correr el riesgo de convertirse en un museo. "Los residentes tienen que ser el alma verdadera de este emplazamiento milenario" que logró la independencia del imperio británico en 1964, proclama el regidor de la capital de Malta, una isla que desde 1974 es una de las repúblicas de la Commonwealth, que se adhirió a la Unión Europea en 2004 y que usa el euro desde enero de 2008.