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Entrevista

"Ni remotamente cabe Cuba en mi piano, lo que sí intento es que esté lleno de ella"

Conocido como autor de bandas sonoras de películas como 'Fresa y chocolate' o 'El siglo de las luces', José María Vitier repasará el próximo día 26 en el Auditòrium de Palma la tradición pianística cubana e interpretará temas propios más cercanos al jazz latino. El pianista de La Habana ha editado recientemente un disco junto a Pablo Milanés

El pianista cubano José María Vitier.

José María Vitier (La Habana, 1954) toca a su manera distintos géneros como la contradanza, el danzón, la habanera, el son, la canción, el jazz latino y la balada. De sólida formación clásica, el célebre pianista establece un continuo diálogo entre lo culto y lo popular, y la música y el cine o la poesía. La profusión de músicos en su país es consecuencia de un largo proceso que se remonta a los orígenes de la propia nacionalidad cubana, con una base cultural europea y africana, y un sistema educativo eficaz que arrancó en los años 60. El compositor visitará Palma el próximo día 26, a las 21 horas.

-¿En qué va a consistir Tarde en La Habana?

-Es un recorrido por la tradición pianística cubana del siglo XIX pasando por estándares o clásicos de Cuba, músicas relacionadas con la imagen y el cine o versiones instrumentales de canciones mías, por ejemplo, algunas de las que he grabado con Pablo Milanés en el disco Canción de otoño. Para el recital hemos preparado una suerte de tráilers con momentos importantes de películas que he musicado como Fresa y chocolate, El siglo de las luces o Salón México. Asimismo, proyectaremos varios audiovisuales durante el concierto. La última parte estará dedicada a las obras más recientes, de sonido contemporáneo, influenciadas por el jazz latino.

-Muchas de sus composiciones están basadas en poemas. ¿Hasta qué punto le influenciaron sus padres, también poetas?

-Es cierto que me formé en un lugar vinculado a la poesía, pero no solamente a ella. Mi padre también había sido violinista, no profesional, pero tocaba muy bien el instrumento. Luego estaba mi abuela materna, que sí era pianista profesional. De esta forma, la música era en casa un centro focal de consumo diario. Además, Cuba es uno de los centros neurálgicos de música y baile. Es una característica del país que se remonta a sus propios orígenes: Cuba es una mezcla de cultura europea y africana. Y la cultura siempre ha sido parte de la formación de la nacionalidad cubana. Por eso es tan importante para nosotros. Nuestros grandes héroes fueron artistas. Es el caso, por ejemplo, de José Martí, que era escritor. Es decir, hay un maridaje muy fuerte entre la historia del país y la cultura. Una cultura en que lo musical es más dominante que lo visual. Tanto es así que en Cuba ha habido un gran desarrollo de la enseñanza musical. Se ha implantado un sistema que funciona muy bien.

-¿Cabe Cuba dentro de un piano?

-(Risas). Además de ser ése el título de uno de mis discos, es un verso de Alberti muy sugerente. A su pregunta, debo responder que ni remotamente cabe Cuba en mi piano. Lo que sí intento es que éste esté lleno de Cuba.

-¿Hay alguna receta para vincular la expresión culta con las raíces populares de la música cubana?

-No tengo recetas. Por mi formación, en la que participó también la literatura, me acostumbré a relacionar estos dos tipos de música. También fue por un sentimiento que se hizo muy fuerte en mi generación: la idea de disolver las fronteras entre música culta y popular. Y así surgió de manera muy natural el eclecticismo. En esa capacidad para fusionar, también ha influido mi condición de músico para el cine. Cada proyecto cinematográfico me obligaba a hacer un tipo de música distinto y a investigar.

-¿Existen límites a la hora de fusionar?

-Hacerlo requiere intuición y humildad. Uno no puede pensar que se va a acercar a la categoría del clásico que versiona. Si haces música sobre poemas de San Juan de la Cruz, Lorca o Juan Ramón Jiménez, has de respetar al máximo esos grandes textos. Lo que la música debería conseguir es ampliar la emoción. Si uno va a componer una obra para piano que es un preludio, una fuga o una misa, ha de respetar ciertos cánones que son necesarios. Lo interesante es conseguir que los tiempos históricos dialoguen entre sí. Después uno pone su propio acento o algo que no se haya hecho antes. No se trata de hacer fusión a ultranza o porque esté de moda. Yo me acostumbré a mirar al pasado añadiéndole mi presente y mi esencia.

-Música para la poesía, el cine... ¿Musicaría la pintura?

-Sí. De hecho, me estoy vinculando mucho a ella últimamente. Mi mujer es pintora y creo que en mi obra también está esa influencia pictórica, la cual ha producido estímulos nuevos. Toco mucho pensando en la pintura. Es como musicar paisajes interiores.

-¿Cómo está viviendo la actualidad poco a poco más aperturista de Cuba?

-Creo que estamos viviendo un momento alentador. Se han desatado ciertos procesos con optimismo. Son datos nuevos que esperamos que sean buenos para todos.

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