-Veinte años al frente de Nuevo Futuro. ¿Cómo y porqué se metió en este tinglado?

-Veinte años fantásticos. Se dice pronto y es muchísimo lo que hemos hecho en este tiempo. Me propusieron abrir aquí un centro para reclusas. En aquel momento la cárcel de Palma era un desastre y acepté porque era consciente de ser una privilegiada y que había que ayudar como fuera. Lo primero fue crear de la nada un piso donde acoger a niños de reclusas de la cárcel anterior.

-No tenían formación, ni medios, estaba todo por hacer?

-Lo primero que hice fue ir a la cárcel a conocer a las madres de esos niños para que supieran en manos de quién iban a estar sus hijos. Había que ganarse su confianza y eso hicimos. Todas las veces que he entrado en la cárcel he sentido que era un lugar horrendo, pero también que a esas madres hay que ayudarlas porque son como todas las madres del mundo. Les expliqué que íbamos a llevar a sus hijos, niños de cuatro a ocho años semiabandonados, a pisos donde vivirían como en familia, que nos ocuparíamos de que fueran a la escuela y de que cada sábado tuvieran un encuentro con ellos.

-¿Cómo se organizaron? ¿Notaron resultados inmediatos?

-Teníamos un piso con once niños y dos educadoras a tiempo completo. Era un seguimiento total, desde lo personal y familiar a los estudios. Este centro estuvo abierto mucho tiempo, hasta que se abrió la cárcel nueva que ya estaba acondicionada para atender a esos niños con sus madres. Enseguida nos dimos cuenta de que lo que estábamos haciendo tenía resultados positivos en los niños. Les estábamos dando herramientas para afrontar un futuro fuera de la marginalidad. Hay casos de niños extraordinarios que han tenido un futuro magnífico porque ya eran increíbles en el momento en que comenzamos a ayudarles. Lo único que hemos hecho, con cientos de niños, es darles una oportunidad, sacarles de la rueda de marginalidad para que tengan una vida normal y corriente. Dese cuenta que hay niños que han estado con nosotros hasta cinco años fundamentales de su vida. Otros dos o tres años?.

-Toda esta labor la han hecho de una manera muy discreta?

-Siempre, es prioritario. Por los niños fundamentalmente. Lo que nos interesa es resolver el problema que se nos plantea de manera inmediata. Somos una junta de cinco personas que trabajamos voluntariamente, lo que nos da mucha agilidad. En el momento que se genera un problema lo detectas, se reúne la junta y lo resuelves. Por ejemplo este año pasado hemos detectado un posible caso de malos tratos y un posible caso de abuso sexual a niños.

-¿En qué momento crecieron? ¿Obligados por las circunstancias?

-Nosotros hemos tenido bien claro que nuestro esfuerzo tiene que ir dirigido a cuanta más gente mejor y a quien más lo necesite. Empezamos con el piso de reclusas, después tuvimos un piso para niños de alto riesgo de exclusión social, luego abrimos el centro de prevención de día que lleva funcionando más de catorce años, que fue el primero de España. El niño no sale de la familia, sigue durmiendo en su casa, pero nosotros tenemos el control, sabemos que ocurre y actuamos si lo vemos necesario. Se trata de que sea un puzzle que encaje. Por ejemplo, damos valores, pautas de comportamiento a los niños para que sean ellos los que eduquen a sus padres. Lavarse los dientes cada día, una cosa tan básica puede ser el principio de todo lo bueno que viene después.

-También han ayudado a mujeres maltratadas.

-Sí, y fuimos pioneras. Lo detectamos y decidimos actuar. Recaudamos fondos de fundaciones internacionales y montamos un piso puente para mujeres maltratadas con hijos. Ha permanecido abierto siete años, sin ayuda de la administración. Teníamos a las mujeres y a sus hijos hasta que estaban preparadas para salir al mundo, a trabajar y a vivir con independencia. Les buscábamos trabajo, las apoyábamos judicialmente, les buscábamos una vivienda de protección oficial y después hacíamos un seguimiento de cada caso. Tuvimos que cerrar este programa de ayuda tristemente por la llegada de la crisis económica. Dejaron de llegar las ayudas y era insostenible.

-Nunca muestran a esos niños en los medios, ni donde viven, ni donde estudian?¿Por qué?

-Tienen sus derechos , como todos los niños. No son monos de feria y nos negamos a utilizarlos para dar pena aunque salgan en la tele o en las fotos con la cara tapada. Existe una ley de protección del menor que hay que cumplir a rajatabla.

-Usted eligió una responsabilidad enorme, ¿qué ha aprendido?

-He crecido humanamente, esto es lo más importante porque significa que aprendes mucho. He aprendido hasta a hacer publicidad, a vender al Rastrillo, porque lo necesito. Y lo que más me llena es la cantidad de amigos de Nuevo Futuro que tenemos.

-¿El Rastrillo, el XX, que se inaugura el jueves sigue siendo su principal fuente de ingresos?

-Sí, del Rastrillo pagamos el centro de niños. El Ayuntamiento de Palma, que es quien nos manda a los niños, paga un cuarenta por ciento y nosotros el sesenta por ciento restante. Después están los extras, becas, libros etc..

-¿Este año será especial al cumplirse XX años de su implantación en Palma?

-Será fantástico. Tengo una ilusión enorme, estoy muy contenta. El día 18 para celebrarlo organizamos un cóctel al que pueden acudir comprando su entrada por solo 35 euros. Esta organizado con mucha elegancia, poniendo todo el sentimiento y toda la capacidad para que sea un éxito, que lo será. Al día siguiente a las doce inauguramos y hasta el domingo estaremos dándolo todo en el Rastrillo, en sus puestos, en los restaurantes, en los almuerzos y en las cenas.

-Es increíble que haya colaboradoras que lleven con usted 20 años y con ganas.

-Es impresionante, y además lo hacen con una ilusión loca. Acabamos y ya hablan del siguiente Rastrillo, de lo que hay que mejorar etc... Ellas se han empapado del proyecto, esa es la clave, que saben que es su proyecto y saben que las necesitamos. Quiero dar las gracias a todos. Se van a dar cuenta de que ayudando lo pasamos bien.