En nuestro día a día un bostezo puede ser una señal de sueño, pero también se puede asociar al aburrimiento, al cansancio, al hambre... A lo largo de la historia, han sido muchas las investigaciones que se han desarrollado acerca de esta acción cotidiana que la RAE define como "hacer involuntariamente, abriendo mucho la boca, inspiración lenta y profunda y luego espiración, también prolongada y a veces ruidosa, generalmente por sueño o tedio".

Se trata de un gesto que realizamos de forma totalmente involuntaria, como respirar, y que es altamente contagioso. Sin embargo, aunque se trata de una acción primaria que los humanos llevamos realizando desde nuestros orígenes, los científicos todavía no se han puesto de acuerdo sobre por qué bostezamos y por qué este gesto resulta tan contagioso.

Es habitual que cuando una persona bosteza, las personas de su alrededor que lo observan también hagan lo mismo de forma involuntaria. Esta acción, frecuente en cerca de la mitad de la población, no es exclusiva de los humanos, ya que también se ha comprobado en muchas especies animales.

Pero, ¿por qué se contagian los bostezos? La respuesta a esta pregunta no es sencilla. De hecho, el bostezo espontáneo o contagioso sigue siendo un gran misterio pendiente de resolver. Y es que existen muchas teorías al respecto, pero por ahora la comunidad científica sigue sin ponerse de acuerdo.

Una de estas teorías apunta que el bostezo contagioso se produce por simple empatía. Así, un estudio realizado hace algunos años por la Universidad de Pisa llegó a la conclusión que los humanos tenemos más probabilidades de bostezar en reacción al bostezo de un familiar cercano que al de un amigo o un desconocido.

El bostezo es frecuente tanto en humanos como en muchos animales. Fotos: GettyImages

Este descubrimiento reforzaría la teoría de los que apuntan que el contagio de los bostezos podría estar relacionado con la empatía entre la gente. Otro estudio comprobó que los niños con autismo son menos propensos a los bostezos contagiosos, lo que reforzaría esta teoría.

Otros científicos, sin embargo, han descartado que el bostezo contagioso se produzca por una cuestión de empatía. Y apuntan que muchas veces bostezamos aunque sea un desconocido la persona a la que vemos hacer este gesto. Un vídeo realizado en Youtube por el equipo de College Humor lo dejó claro cuando retó a los internautas a contemplar las imágenes de desconocidos bostezando sin inmutarse.

Otra de las teorías científicas apunta que el bostezo es fruto de la necesidad del cerebro de enfriarse para mantener su rendimiento. Según esta hipótesis, al bostezar las paredes del seno maxilar, situado cerca de la nariz, se expanden y contraen para bombear aire al cerebro, lo que hace disminuir su temperatura. De esta forma, cuando el cerebro está más cansado o estresado (por ejemplo cuando tenemos sueño), más necesita de esta regulación y por tanto más bostezamos. Al ver a otras personas realizar este gesto, instintivamente y de forma involuntario nuestro cuerpo reacciona provocándonos también bostezos.

Otra teoría creo que los bostezos se contagian por una mera cuestión de sincronización del grupo. Según esta hipótesis, este gesto serviría para sincronizar nuestro comportamiento anímico, de forma similar al aullido de una manda de lobos. De esta forma, el bostezo serviría para emitir una señal de cansancio hacia otros miembros del grupo para sincronizar los patrones de sueño y periodos de actividad.