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Crítica de cine

Espectro

Como icono, James Bond mantiene una salud envidiable. Como vendedor de relojes, coches de lujo, ropa masculina o gafas de sol, es un crack, el número 1. Como agente secreto se está tornando una sombra.

El siglo XXI, la era de los drones y el espionaje cibernético masivo, le está achicando espacios, reduciéndolo a poco más que un sicario con pajarita. Spectre evidencia que sus guionistas están cada vez más atados de manos. Si acentúan la acción se equiparan demasiado con Misión imposible y otros productos igual de huecos; si se les va la mano con el humor infantilizan al personaje; si suben la temperatura de los romances incomodan a las audiencias de los países árabes y orientales. Con el tema de los villanos ocurre algo parecido. Ya no pueden ser eslavos ni islámicos, para evitar el portazo de un tercio de la audiencia mundial; mafias supone rebajarse mucho; políticos, of course, eximidos; empresarios megalómanos son la única y más manida opción. Spectre resucita una sociedad secreta, equivalente a logia masónica o un Opus Dei agnóstico, tampoco nada nuevo en estos lares. Y para dar vidilla al personaje esbozan una mini crisis personal y destierro profesional, en línea con El caballero oscuro o El mito de Bourne, pero apenas lo desarrollan porque también supondría, ¡mecachis!, reconocer que es más imperfecto de lo que nos han vendido en las veintitrés entregas anteriores. Los titubeos, muy patentes, del guión se compensan con una excelente realización de Sam Mendes y el homogéneo, casi notable, trabajo del reparto. La franquicia de James Bond sigue viva, pero sus sombras están creciendo, mucho.

Spectre

Nacionalidad: Reino Unido, 148 min.

Director: Sam Mendes.

Actores: Daniel Craig, Lea Seydoux, Cristoph Waltz, Monica Bellucci.

Cines: Augusta, CineCiutat, Ocimax, Porto Pi, Cinesa Festival Park, Multicines Manacor.

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