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Entrevista

Juan Rigo: "El verdadero tesoro de Grecia son sus gentes, su sentido de la hospitalidad"

Juan Rigo, con su 'Cuaderno de Islas. Una guía personal del Jónico'. maria del mar sierra

-¿Cuando entró Grecia en su vida por primera vez?

-Estudié Filosofía y Letras e Historia del Arte. Conocía la Grecia cultural y me encontré con la física en 1992. Desde entonces ha sido un ir y volver y un quedarme.

-¿Cómo nace este Cuaderno de Islas?

-El libro recoge una serie de artículos publicados en DIARIO de MALLORCA entre 2006 y 2014 y es fruto de mi encuentro con un escenario fascinante, pero prevalece sobre todo el testimonio de un tiempo y de una emoción. Y sobre todo de mi amor indestructible por Grecia.

-¿Por qué elige el formato de un cuaderno viajero?

-La idea ha sido hacer un viaje, desde que llegas al aeropuerto de Atenas hasta que acabas en una isla del Jónico. En Francia, el carnet de voyage es un género. Lo mío es algo mixto. Algunas de estas crónicas son meramente descriptivas: invitan, plano en mano, a movernos por los rincones como una guía, parcial y siempre subjetiva. Otras son más impresionistas y ponen el acento en el instante, que en Grecia siempre tiene algo de irrepetible y a la vez eterno.

-¿Qué placeres encuentra en este género?

-Me siento cómodo en las distancias cortas. Soy de tradición oral. A veces me defiendo mejor hablando que escribiendo. El cuaderno te permite ser más conciso, más directo, tienes que contarlo con menos espacio, por tanto tienes que ir al grano a pesar de que yo me pierdo mucho en vericuetos y adjetivos. Como decía Pushkin: escribo largo y tendido porque no tengo tiempo de resumir.

-¿Por qué no ha abordado la crisis?

-El tema de la crisis lo hemos dejado fuera aunque hay continuas menciones en las notas de pie de página. No queríamos mezclar la imagen idílica y bonita de Grecia con la veleidad actual de las grandes ciudades.

-¿Cuándo zarpó de Mallorca?

-Llevo 25 años viviendo fuera. En París y Grecia. Mantengo mi contacto con un cierto público de Mallorca a través de las crónicas del diario. En verano escribo de Grecia y en invierno, de París. Es mi modo de mantener un vínculo con la isla. Me enamoré de Grecia. El Jónico para mí es el último paraíso. Estas crónicas es una manera de compartir mis mejores momentos con mis amigos lectores.

-¿En qué se parece Mallorca a sus hermanas del Jónico?

-El Jónico es nuestra Costa Nord, la Toscana, marjades, paredes de piedra seca, teja ocre, paredes y casas de piedra, una humedad en invierno alucinante y mucho verde, al tener el nivel de pluviosidad de Galicia.

-¿Por qué recurrió a Miguel Dalmau para el prólogo?

-Porque fue él quien me animó a publicar este cuaderno. Nos hemos hecho amigos a través de Grecia. Dalmau es apasionado, visceral, encantador.

-¿Cuáles son los tesoros actuales de Grecia?

-Sus gentes, el sentido de hospitalidad. En Atenas, como cualquier otra capital, puedes tener imágenes distintas y en las islas se da esta especie de indiferencia individualista mediterránea pero enseguida se vuelven serviciales y jamás te dejarán tirado ante un problema.

-Una virtud que no ha cambiado durante siglos.

-Porque siguen viviendo casi como antes. En las islas no hay centros comerciales. La sociedad de consumo bestial que vivimos nosotros allí no existe, funciona de otra manera. La familia no se ha desestructurado, sigue siendo un núcleo homogéneo, no ha habido dispersión. Las islas se cierran como ostras en invierno, pero la vida continúa. Saben vivir, no corren detrás del dinero. Viven del turismo pero de una manera muy especial. No hay grandes grupos hoteleros, se alquilan habitaciones, apartamentos pequeños... Ha sido como una especie de pedrea, a todos les ha tocado el turismo. No ha sido una exclusividad de un lobby hotelero.

-¿Quiénes tienen que cambiar no son ellos, somos nosotros?

-Nos están dando una lección. Lo hicieron con el referéndum. Se está humillando a Grecia y encima Grecia es muy mala pagadora y nunca ha tenido autonomía. Es un estado artificial que nace del capricho de cuatro potencias en el siglo XIX. Nunca ha habido una revolución burguesa, siempre ha sido un Estado asistido con un aparato burocrático inmenso que hay que mantener. Todo es qué hay de lo mío, el fakelaki, el sobrecito, toda una institución. Conciben a Europa como la vaca a la que hay que sacarle el jugo. Son conscientes de que Europa les mantiene pero últimamente hay un nacionalismo, nada que ver con los nuestros, que ha provocado la irrupción de grupos antieuropeos porque se sienten ninguneados. Llevan mucho tiempo apretándose el cinturón y la reforma aún está por hacer.

-¿Acabará bien esta historia?

-Peor no puede ir. Los griegos han tocado fondo, así que solo pueden reflotar. Fuera del euro debe hacer mucho frío.

-¿Escribirá un libro sobre París?

-Sería lo lógico, pero sobre mi París.

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