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Crítica de música

Largo molto

Si uno decide ir a una representación de Parsifal de Wagner o a una audición de La Pasión según San Mateo de Bach está dispuesto a recibir horas de impacto estético casi sin pausa. Pero si el melómano opta por ir a un concierto en el cual se han programado obras variadas la verdad es que tres horas pueden resultar demasiado tiempo. Así ocurrió en el concierto inaugural de la presente temporada de nuestra Simfònica el pasado jueves. Se pecó, entre otras cosas, de querer abarcar demasiado en sola una función.

Para empezar no fue acertada la elección de la obra de Antoni Matheu. Ni por su interés musical (repetitiva, larga y sin aportaciones) ni por su interpretación. Mitad y mitad. La escasa magia de la obra ayudó a que la forma de darla a conocer fuera pesada. En un Homenatge a Bach uno espera fluidez, pasión, sentimiento. De eso, poco.

Pregunto: ¿No hubiera sido más interesante abordar directamente la segunda obra dada la duración de la velada? ¿O substituir esa partitura por alguna de las versiones que hizo Eaktai Ahn sobre fantasías y fugas bachianas ya que se le dedicaba el concierto?

Después llegó Chopin, con su Segundo Concierto para piano y orquesta (que es el primero que el músico escribió pero que se editó en segundo lugar). Nada que objetar a la interpretación del solista, que fue delicada y precisa aunque pecó de un tanto ambigua musicalmente hablando (le faltó quizás remarcar más algunos matices), cosa atribuible a la sonoridad del piano. El instrumento no ayudó a la interpretación ya que se notaba algo desafinado y por tanto la versión de Hüseyin Sermet quedó deslucida. La Orquesta siguió al intérprete sin problemas. De hecho la parte orquestal poco añade a la parte protagonista.

Después de más de hora y media del inicio del concierto nos disponíamos a escuchar la segunda parte, esa Segunda Sinfonía de Rachmaninov de la que existen dos adpataciones, una corta (de poco más de media hora) y una larga (sesenta minutos). Orquesta y director optaron por el segundo camino. Musicalmente más rico pero a la vez más intenso. Y aquí sí que apareció la magia. Todos los pasajes, melodías y frases sonaron muy bien. Rachmaninov sonó brillante y lírico, incluso delicioso. Pero claro, estábamos todos tan cansados.

Orquestra Simfònica de Balears

Auditòrium de Palma, 15-10-15

***

Hüseyin Sermet, piano

Pablo Mielgo, director

Obras de Matheu, Chopin y Rachmaninov

Concierto/Homenatge a Eaktai-Ahn

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