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Crítica de cine

Expurgando un purgatorio

Un fotograma de la película ´El club´.

Pablo Larraín (nominado hace un tres años al Oscar por No), adapta una pieza teatral propia. Cuatro hombres de mediana o avanzada edad y una mujer comparten vivienda en una plácida localidad costera. Su único hobby es un galgo de carreras. Un nuevo visitante y un sin techo provocan un incidente/accidente que destapa sus orígenes: miembros del clero apartados, desterrados, para purgar con discreción sus pecados, abusos sexuales, complicidad con crímenes de la dictadura, desfalcos monetarios...

Sobre la película flotan Berlanga (Calabuch), Bardem, los Ealing Studios (El quinteto de la muerte), Lars von Trier o incluso los hermanos Coen sin perder la identidad sudamericana. Muy acertado el tono del filme, comedia y drama de denuncia. La vivienda, el (irónico) club del titulo, o la vestimenta de los protagonistas son absolutamente corrientes. El inquisidor (Alonso) rompe moldes: apuesto, metódico, paciente, inteligente y sensible. El sin techo es otro personaje pivotal, desquiciado, traumatizado, desgraciado y no resignado. Los planos muy frontales incitan a la sonrisa sin distraer sobre los oscuros pasados o presentes de los personajes. La parquedad de los diálogos, los giros dramáticos y el desenlace son brillantes. Y lo más importante: sobre esa capa de comedia costumbrista con latigazos dramáticos hay un tema actual y lacerante: las dificultades de la Curia, del nuevo Papa, para levantar alfombras sin asfixiarse con la polvareda. Lo que es de sentido común (lograr el arrepentimiento y penitencia de pastores desnortados) no es nada sencillo de aplicar. Medidas drásticas pueden ahuyentar aún más a los menguantes feligreses, omertá, avestruces o apaños como este curioso purgatorio son bombas de relojería.

El club

Nacionalidad: Chile, 98 mins. Director: Pablo Larrain. Actores: Alfredo Castro, Antonia Zegers, Robero Farias, Marcelo Alonso. Cines: Augusta.

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