Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión: Nuestro Orson Welles, por Matías Vallés

Opinión: Nuestro Orson Welles, por Matías Vallés

Umberto Eco, el último intelectual, considera que las redes sociales entregan el control de la opinión pública al tonto del pueblo, il matto del villaggio. Por lo tanto, no hay difusión de la genialidad, sino mediocridad compartida. Los mitos se ven afectados por esta degradación. El primer cine tuvo a Charles Chaplin, el segundo a un Orson Welles que odiaba irremediablemente al primero y le acusaba de plagiario. A los contemporáneos nos ha tocado Oliver Stone. Si piensa que es casualidad que todos ellos frecuentaran Mallorca, ha vuelto a equivocarse.

La esencia de los genios citados consiste en haber escandalizado al imperio estadounidense desde productos culturales de masas. Han hecho el indio, no el indie. Su pulsión revolucionaria consiste en obligar a la burguesía a ingerir sus asuntos más odiados. Por eso Stone retrata a Hugo Chávez y a Fidel Castro, antes de que Obama colonizara el castrismo. Se acusó al director de hagiógrafo por su documental cubano, que es en realidad la mejor aproximación a un jefe de Estado jamás filmada, la versión canónica del comandante. Una deliciosa sátira. Noam Chomsky con sentido del humor.

Chaplin tiene su rey de Nueva York, Welles zahirió al ciudadano Kane. No busque la genialidad de Stone en la insustancial Platoon, que no acierto a distinguir de las restantes hazañas bélicas. El cineasta le asesta la puñalada al corazón de su país natal en Wall Street, que no fue retrato sino vaticinio. El mundo de las finanzas se ha alimentado hasta hoy mismo de las líneas incandescentes de la biografía de Gordon Gekko. El director se erigió en el moderno Sun-Tzu.

De Leonardo a Chaplin/Welles/Stone, todos los genios sufren apagones creativos. Aplaudo JFK pero detesto Nixon, las últimas películas del ganador de tres Oscars ni siquiera se estrenaban en España o se proyectaban en horario intempestivo. No se creerán mi favorita, la extraordinaria Un domingo cualquiera que debió hacer por el deporte lo que Wall Street logró en la Bolsa. En ella se cumple el sueño de todo Svengali, encontrar al actor que encarna el sueño del creador. El Mourinho fatigado que interpreta Al Pacino, en el caso de Stone. Bienvenido a la isla de la que no puede prescindir ningún genio, aunque me cuesta entender que alguien compre el libro La historia silenciada de Estados Unidos, cuando existe el lote de vídeos del mismo título que ningún adicto debería perderse. El dorso del sueño americano a ritmo de noticiero, lástima que flaquee en su caricatura de las décadas recientes.

Compartir el artículo

stats