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Árboles

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Acompañando una investigación sobre las mutaciones neuronales publicada en la revista Science, Sten Linnarsson, investigador del Karolinska Institutet de Estocolmo uno de los centros más prestigiosos de todo el mundo en el estudio del cerebro ha realizado un comentario hermoso sobre el dibujo del árbol de la vida que Charles Darwin puso como única ilustración de su obra más conocida, El origen de las especies. Linnarsson relaciona esa ida darwiniana acerca de los organismos como ramas de un árbol evolutivo con la propuesta de dos científicos alemanes de la misma época, Theodor Schwann y Matthias Schleiden, sobre cada organismo como otro árbol a su vez: uno compuesto de células que se van dividiendo para dar lugar a nuevas ramas.

La manera como las células se dividen y cambian a lo largo de nuestra vida puede considerarse la historia misma de nuestra forma biológica de ser. Si no existiesen errores, lo que llamamos mutaciones, nuestros cuerpos no envejecerían jamás ni moriríamos nunca aunque los acontecimientos extrasomáticos nos hiciesen, de todas formas, cambiar. Una idea así ha dado lugar a novelas magníficas acerca de la tragedia que supondría la inmortalidad. Pero volviendo al punto de partida, el comentario de Linnarsson a caballo entre literatura y ciencia se refiere al trabajo publicado en la misma revista por Michael Lodato, del Howard Hughes Medical Institute (Boston, Estados Unidos) y sus colaboradores acerca de la manera como las neuronas del cerebro van cambiando a lo largo de la vida de cada individuo. Lodato y colaboradores se han centrado en las mutaciones que afectan a un único nucleótido, modificando el ADN que codifica las proteínas de la neurona y, por ende, terminando por convertir cada una de esas células fundamentales de nuestro cerebro en otra cosa. Los cambios de nucleótido único detectados en determinados tumores indican que se deben a menudo a errores en la replicación del ADN el primer paso de las dos funciones esenciales de los ácidos nucleicos, mientras que Lodato y colaboradores atribuyen esos mismos cambios en las neuronas a los accidentes que se producen en el segundo paso, el de la transcripción del ADN para dar lugar finalmente a las proteínas. Tales accidentes dañan el diseño original.

Como se sabe, la mayor parte de nuestras neuronas nos acompañan a lo largo de nuestra vida una vez que nuestro cerebro se ha desarrollado. Pero las mutaciones somáticas que sufren pueden identificarse y agruparse para dar paso a otro tipo de árbol: el de los linajes de células que comparten un mismo tipo de cambio y reflejan, por tanto, la manera como se ha llevado a cabo el desarrollo del cerebro.

También permiten identificar lo que es la historia de los cambios que sufren a lo largo de la vida. La conclusión de Lodato y colaboradores podía anticiparse de manera intuitiva. Las mutaciones somáticas neuronales, incluso si se trata de gemelos, hacen que el cerebro de cada persona sea único.

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