La francesa Chloé Cruchaudet, autora de las novelas gráficas Degenerado y Groenlandia Manhattan, ofreció ayer una clase magistral en la carpa que Còmic Nostrum ha instalado en Sa Feixina con motivo del festival. La artista aprovechó su invitación al certamen para presentar estas obras.

La ilustradora, que recibió el Premio del Público en Angulema 2014, mostró su interés por los dramas basados en hechos reales. En concreto, sobre Degenerado, Cruchaudet confesó que localizó esta historia a través de la radio. "Me enteré de que se había escrito un libro. En París se encuentran todos los archivos de la ciudad, así que empecé a hacer de detective". "Se trata de una novela que trata sobre Paul Grappe, un hombre que se vistió de mujer durante 10 años para evitar luchar en la I Guerra Mundial. Grappe y su mujer se hicieron pasar por una pareja homosexual", resumió.

Acto seguido disertó sobre Groenlandia Manhattan, cuyo protagonista es Malik, un esquimal que, por motivos económicos, decide viajar a Nueva York, pero las circunstancias que se dan no mejoran la situación.

Ambas historias, basadas en hechos reales pero con una pequeña parte de ficción, son dramas que terminan en tragedia. Sin embargo, la artista combina el drama con la comedia. "Voy poniendo detalles de humor, no todo es drama. La vida es así", matizó. Para transmitir tal sensación, Cruchaudet concretó que utiliza solamente dos colores en Degenerado: negro y rojo. "El rojo representa la sangre derramada durante la I Guerra Mundial y el negro, el color que mete a los espectadores en situación".

Charlie Hebdo y Cruchaudet

El atentado a la sede de Charlie Hebdo supuso "un acto de miedo" pero, a la vez, de "fortaleza para los artistas del país". "Para los franceses era muy importante continuar con la libertad de expresión tras el atentado. Sin embargo, otros países europeos pensaron que sería mejor poner límites", opinó Cruchaudet.

Pero, a pesar de la valentía asumida, la artista confesó que tanto ella como otros dibujantes "flaquearon tras el suceso y dejaron de tener ganas de dibujar durante un tiempo". "Una amiga mía quería hacer ilustraciones de los compañeros asesinados, pero cuando quería dibujarles los ojos, sentía que no podía hacerlo", reveló la dibujante francesa. "Durante el atentado, ilustradores de otros editoriales se unieron para arroparse", sentenció.