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Entrevista

Marta Sanz: "Lo que nos hace malos, villanos o criminales es la violencia del sistema"

"Los mundos oscuros y desasosegantes desencadenan una especie de respuesta ética en el lector"

La escritora Marta Sanz, ayer, en el Hotel Formentor.

Temas del ahora, incluso los anticipa, y con el foco puesto sobre la mujer. La literatura de Marta Sanz (Madrid, 1967) es incómoda, áspera. Amour Fou es su última novela publicada, a pesar de haberla escrito hace once años. Dos editoriales españolas adquirieron los derechos y la guardaron en un cajón. Demasiada crítica que aguaba la fiesta de los felices años 2000. El año pasado, la autora acudió a un pequeño sello editorial de Miami, La Pereza, que se lanzó de cabeza al manuscrito. La escritora se alzó hace dos años con el Premio Tigre Juan a la mejor novela del año por Daniela Astor y la caja negra.

-Estas Converses versan sobre la maldad en la literatura. ¿Sin perfidia no hay novela?

-No es que las novelas traten únicamente sobre la maldad, pero es cierto que las historias de buenas personas no son tan atractivas. Esto enlaza con una gran pregunta que mantiene el morbo latente. Esa cuestión es: ¿en verdad somos intrínsecamente malos? ¿O la maldad tiene que ver con la realidad y el contexto que nos rodean? La curiosidad por contestar a esta pregunta creo que está tanto en los lectores como en los escritores de esas novelas.

-Hobbes contra Rousseau. ¿Por qué teoría se decanta?

-Me gustaría ser más rousseauniana que hobbesiana, es decir, pensar que toda la maldad se sustenta en condicionantes externos y en lo que sucede ahí fuera. Soy de las que piensa que lo que nos hace malos, villanos o criminales es la violencia del sistema.

-En la mesa redonda hablará del espanto a partir de Muerte en el Nilo de Agatha Christie.

-El espanto es más teatral que la maldad y la perfidia, y su directa consecuencia. He elegido a Agatha Christie porque fue visitante del Hotel Formentor, este año se celebran los 125 años de su nacimiento y porque es una autora cuya literatura no está suficientemente reivindicada. De mi mesa, estoy absolutamente intrigada sobre cómo enfocará González Sainz el tema de la maldad en Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas del Padre Isla.

-Es curioso que ningún ponente de las Converses vaya a hablar de Georges Bataille, autor de La literatura y el mal.

-Siempre que se producen encuentros literarios sobre un tema todos echamos en falta a gente. A partir de Bataille, echo en falta a Patricia Highsmith, sus novelas de crímenes bestiales y a su personaje Mr Ripley; o a Elizabeth Jenkins y su novela Harriet, sobre una mujer con un grave problema mental a la que encierran en una habitación y la dejan morir de hambre.

-¿Se saca algo positivo del mal?

-Sí. Tiene que ver con lo que el escritor José Ovejero define como la ética de la crueldad. Bataille o Elfriede Jelinek recrean mundos tan oscuros y con una propuesta tan desasosegante que lo que desencadenan es una especie de respuesta ética, de reformulación de ese mundo que describen. Otra propuesta sobre la maldad que también me gustaría haber comentado es Otra vuelta de tuerca de Henry James.

-¿Hay maldad en sus novelas?

-Mucha. Por una parte, porque en todas mis novelas intento reflejar la violencia del sistema. En este sentido, creo que escribo literatura política. Y por otra, porque dibujo personajes que creen que son malos pero que en el fondo son tremendamente ingenuos.

-Su última novela, Amour Fou, no fue aceptada finalmente por dos editoriales que la compraron. ¿Es su novela más bestia?

-No lo creo. Lo que pasa es que habla de algo que puede resultar molesto: los límites de nuestra propia democracia. El asunto es que eso que se dice con total naturalidad ahora, lo escribí en 2005, un tema en torno al cual había mucho tabú.

-¿Anticipó la crisis?

-Mi novela de la crisis la hice en 2003, Animales domésticos. En ella ya hablaba de la desaparición de la clase media o de la enorme brecha que se estaba abriendo entre ricos y pobres. En plena burbuja inmobiliaria, invitar al lector a salir de la ficción de la felicidad es muy doloroso y fastidioso. A veces los escritores son agoreros, moscas cojoneras que incluso molestan desde el punto de vista del mercado. Hay gente que no quiere ver los puntos oscuros. Si escribiéramos desde el punto de vista de la vida buena, estaríamos haciendo libros de autoayuda. Y no vamos por ahí. Ése no es nuestro foco.

-¿Qué tipo de literatura defiende: la político-social?

-Para mí la literatura es una interpretación de la realidad, una lente de aumento y un proceso de comunicación. Insisto mucho en este último punto porque a veces no se tiene en cuenta. La literatura ha de calar en una comunidad de lectores. Lo que sucede es que este proceso se ha pervertido en los últimos tiempos por la lógica del mercado. Se hace creer a la gente que los mejores autores son los más vendidos. Cuando lo que interesa es promover las propuestas más fáciles, asequibles y cómodas omitiendo el daño para supuestamente reparar el daño, que sería la función de la literatura.

-¿Diría que Amour Fou trata sobre el amor subversivo?

-Hay una parte que sí. El libro se contrapone al que se supone que es el buen amor, el amor loco, el convencionalmente aceptado. Se piensa que el amor llevado al límite y el sexo salvaje son maravillosos. Y yo pienso que son elementos muy comerciales en la literatura igual que lo pueda ser la pornografía. Para mí los amores subversivos son los amores tranquilos, marcados por la compañía, la amistad y la solidaridad. Son los amores que ni se consumen ni se queman en sus pasiones y pueden ser productivos desde el punto de vista social. El amor que a mí me gusta es el que se vuelve rutinario y sobre el que ya no tienes que pensar. Y que sabes que está ahí, y sabes que es para siempre, y que te escucha, y puedes hacer cosas normales y que no sea siempre problematizar la relación. Ya no me interesan los amores locos porque ya no tengo 14 años.

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