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Entrevista

Jorge Herralde: "El buen editor debe mantener intactos la intuición y el apego por el trabajo artesanal"

"España ha de enmendar ciertas anomalías respecto a Cataluña para desactivar las ansias independentistas"

Jorge Herralde, ayer, en el Hotel Formentor. guillem bosch

Habla con vehemencia de su último descubrimiento, la escritora argentina Mariana Enríquez. Y se enfría cuando le mencionan la política catalana. "No comparto las ansias independentistas, pero hay que dialogar", considera. El editor barcelonés Jorge Herralde, que en 2017 dejará en manos de Feltrinelli Anagrama, leerá hoy una carta del autor y amigo Ricardo Piglia, quien no podrá acudir al acto de entrega del Premio Formentor.

-¿Cuándo conoció a Piglia?

-Le conocí en 1993 en el hotel Alvear de Buenos Aires, donde nos alojamos siempre. Estuvimos horas hablando y conectamos en seguida. Barajamos la posibilidad de editar un posible libro de cuentos, pero ya sabes lo que tarda Piglia en dar un libro por bueno. Poco después ganó el Premio Planeta Argentina por Plata quemada. Fue entonces cuando le di por perdido.

-¿Y se dio por vencido?

-No del todo. En 1999 vi un ejemplar de un libro suyo con prólogo de Juan Villoro y me encantó. Llamé a su agente para saber si había algún título libre, para editarlo, aunque sólo fuera por fetichismo. Y resultó que todo estaba libre excepto un título. Comenzamos publicando Formas breves y Plata quemada. Es curioso porque Formas breves ganó un premio mallorquín, el Bartolomé March a la Crítica. En su jurado ya estaban Basilio Baltasar y Félix de Azúa, que repiten en el Premio Formentor de las Letras, que ahora recibe el escritor argentino. Casualidades de la vida.

-¿Le visita a menudo?

-Siempre que podemos vamos a comer con él y su pareja. Ahora padece esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa grave.

-En la mesa redonda de esta tarde se centrarán en Los diarios de Emilio Renzi. ¿Qué lugar ocupa esta obra en la producción del autor argentino?

-A juzgar por el primer tomo, que es el último terminado, es su obra maestra. En este título, Piglia enlaza una serie de relatos con textos que van aparte y que son sus diarios. Es una suerte de autobiografía y la vida de sus lecturas, la vida del Piglia lector. Por ahí pasa revista a Borges, Macedonio Fernández o Gombrowicz, entre otros. También sabemos por ellos que de Plata quemada, escrita en los 90, empezó el esbozo en los años 60. Y que está basado en un íntimo amigo suyo del colegio que decide hacerse delincuente por la emoción que supone el riesgo del peligro. Por eso al final quema la plata, es decir, el dinero.

-¿Cuál ha sido su último descubrimiento editorial?

-Una escritora argentina desconocida que nos propuso un libro de cuentos terroríficos con unos personajes muy marginales pero contados de una manera espléndida. Se llama Mariana Enríquez.

-Como editor, ¿dónde hay que poner el ojo ahora mismo?

-Es aleatorio. Pero para contestar a tu pregunta diría que vivimos un momento de gran esplendor de la literatura francesa que hacía tiempo que no se vivía. Me refiero a una serie de autores que tienen entre 50 y 60 años. El mayor de ellos es Patrick Modiano. Y podría nombrar a una serie de autores que están en la primera línea internacional: Houellebecq, Yasmina Reza o Le Clézio... También me parece imprescindible lo que se está haciendo en América Latina: Guadalupe Nettel o Alejandro Zambra, entre otros.

-Además de trabajo y conocimiento, ¿cuál es el ingrediente más importante de un editor?

-El olfato y tener muy claro tu proyecto editorial, qué tipo de catálogo deseas construir. También es importante buscar voces nuevas e ir publicando toda su obra. Es a lo que nosotros llamamos aplicar una "política de autor". Es algo que, por ejemplo, hemos hecho con un escritor fallecido recientemente, Rafael Chirbes. El buen editor debe mantener intactos la intuición y el apego por el trabajo artesanal. Otro aspecto que no hay que olvidar son los traductores. Es importante que se vayan especializando en determinados autores a fin de que conozcan mejor su obra y así traducirlos con mayor acierto.

-¿Por qué ha decidido regresar a la edición en catalán?

-De las tres primeras colecciones con las que pusimos en marcha Anagrama, había una en catalán bajo la cual sólo se editaron cinco títulos. El motivo de su cierre fue comercial. En la pasada década, hacíamos coediciones con Empúries, pero hemos decidido seguir por nuestra cuenta. Hemos creado un premio de novela en catalán que editaremos nosotros siguiendo el criterio de la calidad. Creo que hay muchos premios en catalán institucionales y pienso que éste podría ser interesante para determinados autores.

-Como barcelonés, ¿qué cree que sucederá el domingo en las elecciones catalanas?

-Es una situación muy complicada. Según los sondeos, el independentismo rozaría el 50% de los votos. Pese a ello, creo que no pasará nada irremediable. Me gustaría que finalmente se pudiera establecer un diálogo que ha sido imposible por parte de Rajoy, que es un hombre negado para el mismo, y también de Mas, que ha adoptado una postura desde la que es muy difícil negociar Está claro que deben enmendarse ciertas anomalías respecto a Cataluña con el fin de desactivar estas ansias independentistas que no comparto pero que entiendo bien. Ha habido una escalada mutua de agresiones que han ido enconando la tensión. En este tema, tanto España como Cataluña han hecho antipolítica.

-Se ha ido una de las piezas fundamentales de la literatura en español. ¿Quién más era Carmen Balcells?

-Un personaje que necesitaría un libro. Cuando a finales de los 60 preparaba el lanzamiento de Anagrama, nos hicimos muy amigos. Hemos tenido una relación con altibajos. Los autores la adoraban. Fue una mujer con mucho carácter, una durísima negociadora, a veces caprichosa... Carmen es un personaje irrepetible ligado a una época de esplendor.

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