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Con ciencia

Clics

Clics

El lenguaje es tenido por una de las características principales que definen al ser humano por contraposición no ya al resto de los primates sino a cualquiera de los animales. Lenguaje no es lo mismo que comunicación, por supuesto, porque todos los seres vivos que forman comunidades „¡incluidos los árboles de los bosques!„ necesitan comunicarse y lo hacen. Pero gran parte de esas señales que transmiten información útil para el conjunto del grupo son químicas y, otras muchas, visuales. El lenguaje es por supuesto sonoro en gran medida aunque los sordomudos, incapaces de oír, pueden hablar por señas. Y el lazo que existe entre sonidos y significados ha sido estudiado por científicos entre los que sobresale Noam Chomsky poniendo de manifiesto como la capacidad de crear un número virtualmente infinito de mensajes a partir de unas pocas consonantes y vocales „gracias a la sintaxis„ caracteriza como único el lenguaje humano.

Hay monos que pueden casi hablar en el sentido humano. Los tota africanos tienen palabras con las que identifican de manera particular cada peligro pero no forman frases. Algunos chimpancés sí logran componerlas pero en condiciones experimentales de laboratorio, no de forma natural. Sin embargo lenguas como la de los bosquimanos San incluyen, además de palabras, sonidos de clics que les son de gran ayuda comunicativa. En ese aspecto, al menos, nos parecemos a las ballenas.

Mauricio Cantor, investigador, investigador del departamento de Biología de la Dalhousie University de Halifax (Canada) y sus colaboradores han publicado un artículo en la revista Nature Communications en el que proporcionan los resultados de un estudio del comportamiento de los cachalotes, Physeter macrocephalus, realizado a lo largo de dieciocho años. Los cachalotes forman redes sociales que, durante sus larguísimos recorridos de migración por el océano Pacífico, se mantienen unidas y comunicadas mediante la emisión de sonidos en forma de clics que componen una especie de lengua propia de cada red. Los individuos que forman parte de un grupo en particular aprenden y utilizan códigos de clics que se transmiten culturalmente a lo largo del tiempo proporcionando un método de integración de enorme valor habida cuenta de que en el océano sólo los sonidos que alcanzan kilómetros y kilómetros de recorrido sirven para identificar y establecer los lazos,

Tanto el uso de clics diferentes como su identificación, aprendizaje y transformación con el tiempo son características de esa forma particular de lenguaje que creíamos hasta ahora patrimonio exclusivo de la humanidad. De nuevo, los hallazgos científicos nos devuelven a nuestro papel real como animales peculiares, desde luego, pero no tanto como solemos complacernos en imaginar. Deberíamos aprender de nuestros tatarabuelos. Domeni de Rienzi, en su Histoire de l´Oceanie de 1836, cuenta que si los orangutanes no hablan es para que no se les obligue a trabajar.

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