La racionalidad y la intuición se baten en duelo en el estudio de Joan Soler (Sóller, 1965), una lucha que se traslada a sus obras. Entre proyectos de arquitectura y el orden racionalista de las estancias del artista mallorquín, hay pequeños detalles que se escapan a lo cartesiano: unas ramas se retuercen en un rincón, las manchas de pintura salpican un escritorio. Al fondo de esta casa ubicada en el barrio de Sa Llonja, reposan algunos de sus últimos trabajos. Una selección de los mismos -un total de 25 obras- se exponen ahora en el Museo de Huelva para recalar de diciembre a febrero en el Centro de Arte y Naturaleza de Huesca.

El título de la exposición, Infinito concreto. Áreas de conflicto, se refiere al formalismo de las obras, "un guiño al arte concreto, una suerte de revisión del mismo", comenta Soler desde su mesa de trabajo. El mallorquín siempre ejecuta la revisitación de la geometría desde la dualidad, ya sea de formas o técnicas. En muchas de las pinturas de los últimos cuatro años la racionalidad de las líneas acaba enfrentada a la organicidad de las atmósferas ahumadas. "Pintar con humo es como dejar que la materia siga su curso, es la parte orgánica y visceral del ser humano desafiando el control de los elementos geométricos, pintados con acrílicos o a veces representados a partir de elementos fotográficos", explica.

El trabajo de Soler conjuga a la perfección el espíritu humano contradictorio, "que es capaz de vivir el bien y el mal en el mismo tiempo y espacio", reflexiona. En esa lucha a veces encarnizada entre la realidad y el deseo, "son habituales los autoengaños, mostrar un cosa que al final es otra", un terreno, el de las apariencias, que también es fértil para el mallorquín, quien espera cerrar la itinerancia de esta exposición en Palma.

En el fondo, sus cuadros son como paisajes en los que no se divisa hombre alguno pero en los que sí se rastrean sus huellas, sus anhelos.

Experimentación sobre blanco

La experimentación está conduciendo a Soler por nuevos derroteros. En las obras nuevas ha empezado a experimentar con el yeso u otras superficies blancas. "Creo que a veces enriquezco demasiado el cuadro. Ahora estoy depurando mucho. Fue a raíz de una crítica constructiva que me hizo Amparo Sard, a quien le pareció interesante esta nueva vida que está cobrando mi trabajo", comenta. Eliminar de los cuadros la bruma de arena o de piedra le ha insuflado mayor claridad y contundencia a la idea que subyace en ellos.

A la muestra de Huelva y Huesca, le acompaña un catálogo con un estupendo texto del crítico y comisario Óscar Alonso Molina. La publicación iba a contar con el apoyo del Institut d'Estudis Baleàrics, una ayuda que finalmente ha caído en saco roto. "Me la prometieron los anteriores gestores pero en realidad no había nada firmado y ahora no hay dinero", explica Soler, quien finalmente ha contado con el respaldo de sponsors y amigos, además de un crédito bancario, para pagar la edición.