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Con Ciencia

Olduvai

Olduvai, en Tanzania, fue el yacimiento que dio paso a la época hoy tenida por clásica de la paleoantropología, el lugar en el que se identificó por vez primera el paso evolutivo que dio lugar a nuestro género, Homo, y el templo que consagró a Louis y Mary Leakey como las grandes figuras del comienzo de la teoría moderna de la evolución humana. Desde 1959 Olduvai proporcionó fósiles inolvidables como el OH 5, Dear Boy, el primer parántropo australopiteco robusto hallado en el Rift, y también útiles manufacturados que se conocen como cultura olduvaiense, la más antigua de todas las identificadas hasta ahora.

Hoy el yacimiento es en gran medida un centro de atracción turística. Pero continúa proporcionando fósiles de interés. Manuel Domínguez-Rodrigo, arqueólogo del Museo de los Orígenes de Madrid, y sus colaboradores han publicado en la revista Nature Communications un artículo dedicado al ejemplar OH 86, un hueso fósil de más de 1,8 millones de años hallado en el enclave PTK (Philip Tobias Korongo) de Olduvai. Se trata de una falange manual proximal y, además de ser la más antigua disponible dentro del linaje humano, muestra según los autores unos rasgos morfológicos que la hacen muy semejante a las de nuestras manos actuales.

Esa conclusión plantea dudas para los especialistas. La evolución humana de entre 3 y 2 millones de años se caracteriza por la presencia simultánea en las extremidades, brazos y piernas, de rasgos cuya función está relacionada, en particular en los pies, con la manera de desplazarse de todo el linaje humano mediante la bipedia. Pero a la vez las extremidades superiores mantienen rasgos primitivos, una especie de reliquias mantenidas de los tiempos en los que la suspensión de las ramas de los árboles era la forma habitual de desplazamiento de nuestros últimos ancestros comunes con los simios africanos. Por decirlo de otro forma, nuestras manos las de los australopitecos y las de los primeros Homo de Olduvai se asemejaban a las de esos antepasados compartidos con los chimpancés.

Al ser cercana a las actuales, H 86 plantea dos posibilidades de interpretación. La que hacen Domínguez-Rodrigo y colaboradores habla de un tipo misterioso de humano que se añade a los últimos australopitecinos y a los primeros Homo coetáneos, por otra parte, llevando a tres las especies humanas presentes en Olduvai en el entorno de 1,8 millones de años. Se trata de una hipótesis atractiva; la intriga añade interés siempre a la historia de la evolución. Pero hay otra manera de ver ese mismo indicio: que las falanges manuales sean un rasgo cambiante y diverso en los primeros Homo, de tal suerte que el proceso de pérdida de las capacidades suspensorias esté llevando, en esa época, a la transformación de la mano. Al fin y al cabo la principal modificación evolutiva de las manos de los primates, incluidas las nuestras, es del Eoceno y tiene unos 45 millones de años.

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