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Grandes amores: Bardot & Charrier y Sachs

Las visitas accidentadas de la rubia de laca

B.B. junto a Jacques Charrier.

Mallorca conoció a la auténtica Brigitte Bardot antes de abrazar a su clon alemán, Claudia Schiffer. La actriz francesa viajó a Palma con dos de sus primeros maridos, Jacques Charrier y Gunther Sachs. Dos visitas que estuvieron marcadas por sendos contratiempos.

En diciembre de 1960, la popularidad de B.B. alcanzó el apogeo. Su imagen bailando el mambo en la famosa escena de Y Dios creó a la mujer ya había dado la vuelta al mundo apuntalando un nuevo icono de sex-symbol. No es de extrañar que su llegada a la isla junto a Charrier ocasionara un notable revuelo en el hotel Bahía Palace, donde se alojaron. La visita se singularizó por la indisposición que sufrió el actor galo -segundo esposo de Bardot- después de deglutir la comida del avión. El intérprete hubo de permanecer en la habitación del establecimiento hasta su recuperación.

La relación entre B.B y Charrier no terminó bien. La francesa lo definió en sus memorias como "un macho violento y diabólico". La felicidad que destilaban en las fotografías no permitía predecir que la actriz definiría al hijo de ambos, Nicholas Charrier, como "un tumor que se alimentó de mí durante nueve meses de pesadilla".

Corría noviembre de 1966 cuando B.B. tocaba de nuevo tierra mallorquina. En esta ocasión, acompañada por su tercer marido, el playboy y multimillonario Gunther Sachs. La pareja llegó acompañada de un séquito de cinco amigos y se alojó en el hotel Son Vida. El contratiempo de la visita fue el ataque de nervios que padeció la francesa al enterarse de que un incendio había arrasado los estudios donde estaba rodando una película. Mallorca fue el escenario de su recuperación.

La estancia del matrimonio estuvo blindada por los guardaespaldas, que impidieron que fueran molestados por los paparazzi mientras salían del hotel o paseaban por Palma para comprar juguetes. La tranquilizante práctica de la equitación fue otra de las actividades que mantuvo ocupada a Bardot. Dos días en la isla -fue lo que duró el viaje- bastaron para que se recuperara de su shock.

Sachs volvió al archipiélago en julio de 1992, ya sin la rubicunda de laca y eyeliner negro. "No me pregunten por Brigitte Bardot", espetó a los periodistas a su llegada a Palma. El motivo de la visita del magnate suizo fue la de inaugurar una muestra de sus fotografías en la galería de Joan Guaita. Dos años después, regresaría a Ciutat, también sin B.B.

Mallorca fue generosa con Sachs: acogió al empresario cuando vino acompañado de su nueva mujer, Mirja Larsson. Pedro Otzoup fue su contacto mallorquín. La pareja efectuó inversiones inmobiliarias en Cala Fornells y posteriormente en un hotel rural de la zona de Manacor.

Eivissa fue el otro destino balear de la sex-symbol, que terminó abanderando campañas mediáticas a favor de los derechos de los animales y convertida en los últimos tiempos en musa de la ultraderecha. Cuando estaba a punto de despedirse de las pantallas, en 1973, se rumoréo que iba a abrir una discoteca en la zona de Cala Major.

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