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Crítica de teatro

Érase una vez en Can Picafort

Llega el momento de hacer balance de esta tercera edición del ciclo Jardí desolat. Estupendo, que se haya extendido a otros puntos de la geografía insular y a otras disciplinas: proyecciones y conciertos. En lo estrictamente dramático, tal vez esas dos únicas funciones en Palma de cada espectáculo, a hora tardía y en un emplazamiento algo desangelado, no hayan contribuido a una mayor afluencia, y encima con la amenaza de la lluvia. Arduo empeño, también, tomar el relevo de Chejov y Shakespeare (a quienes se dedicaron las dos primeras convocatorias) con un material sugerente pero no tan sólido, el rodaje de unas escenas de tres películas en la Mallorca de los 60.

Dones de palla, en el difícil género del teatro documental, nos traslada al Can Picafort de 1963, donde Gina Lollobrigida filmó una única secuencia de La mujer de paja. De lo más suculento, esas voces en off de mujeres que vivieron aquel episodio y que lo recuerdan en un lenguaje delicioso. La puesta en escena trata de reconstruir aquel entorno, y lo consigue en buena medida por medio de la música, el movimiento y la ambientación. Resultan en cambio menos convincentes las caracterizaciones del propio mito cinematográfico y de la autora de la novela en que se basó el guión, Catherine Arley, que no llegan a impregnarse de la humanidad que precisarían como personajes. Buen trabajo, en su conjunto, de estas estupendas intérpretes, con mención especial para la más joven de ellas. El público, el sábado por la noche, desafió a los elementos y las aplaudió con muchas ganas.

Dones de palla

La Misericòrdia (Palma)

Dramaturgia: Catalina Inès Florit. Dirección: Aflel Teatre. Intérpretes: Olivia Fabré, Catalina Inès Florit, Lina Mira, Berta Vidal, Ona Beneït, Clara Carbonell, Ana Cañellas y Elionor Sintes. Escenografía y vestuario: Elionor Sintes. Espacio sonoro: Berta Vidal.

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