La primera noche de conciertos de este caluroso agosto me dirijo a las cuevas del Drach, en Porto Cristo. A las 20.30 horas está previsto que actúe en concierto Jaime Anglada en beneficio de Projecte Home Balears. Descartada la posibilidad de realizar el concierto en el interior de la cueva, se elige parte de los jardines del recinto para instalar el escenario. Allí se acomoda el público que ansioso espera poder acceder. Me sitúo en los lugares reservados para la prensa, mientras se abren las puertas de acceso. Uno de los primeros en acceder al recinto es Carlos Moyá y Carolina Cerezuela; poco después, accede el público en general, entre ellos unas incondicionales fans que, aunque ya creciditas, corren igual que quinceañeras en busca del mejor asiento, entre pinos, acebuches y palmitos, que rodean el improvisado patio de butacas. El termómetro llega a los 33, de ahí que los abanicos no cesen de abanicar, hecho que agradezco ya que las señoras que me rodean me hacen más llevadero el bochorno.

El violín de Marta Elka

Jaime Anglada sube al escenario acompañado al violín por Marta Elka. Su primera canción va dedicada a su amigo y alma de Projecte Home Balears, Tomeu Català. Es el tema Cridaré el teu nom. Durante la primera parte de la actuación, vi a un Anglada de mucho sentimiento y emotividad, que deja patente su complicidad con la gente de Projecte Home. Tras unas canciones y unírsele el resto de la banda, el concierto va tornándose más rockero, desenfadado y con mucho sentido del humor. La multitud de abanicos no cesa, mientras el cantautor esgrime "Desde aquí tengo la sensación que entre tanto abanicar vamos a salir volando", al tiempo que recordaba y repetía lo que, según él, podría ser la frase o el título de la canción del verano: "No estoy bien, me acubo [desmayo]". El concierto continuaba, mientras los del público nos íbamos implicando y acompañando al artista, hasta que consiguió que canturreásemos con él El velero llamado libertad de José Luis Perales. El recital llegaba a su fin y Jaime quiso que su amigo Tomeu Català le acompañara a dúo en su última interpretación, para mí la más emotiva. Fue el Cucurrucucú paloma, a cuya letra el maestro Català añadió: "Cuántas veces he visto llorar no de emoción sino de impotencia y tristeza, pero cuántas veces también he visto llorar de alegría, victoria y superación". Así fue para mí el concierto: alegre y con una actuación superada de Jaime Anglada.