Más de 8.000 marxaires participaron este fin de semana en la 42 edición Des Güell a Lluc. De los inscritos, más de la mitad completaron el recorrido y andaron durante la madrugada del sábado al domingo los más de 50 kilómetros que separan Palma del Santuario. Durante toda noche, los participantes [en su gran mayoría jóvenes] se lo pasaron de lo más divertido. Charlar entre amigos o escuchar la música previamente elegida para la ocasión fueron dos opciones perfectas para hacer más llevadera la caminata.

Después del habitual recorrido por diversas localidades de la zona del Raiguer, los marxaires emprendieron la subida al Santuario de Lluc desde Caimari, donde los más ligeros llegaron cerca de las 6 de la madrugada. Evidentemente, a lo largo del recorrido, los caminantes encontraron diversos lugares de avituallamiento con agua y fruta para cargar las pilas y apaciguar el cansancio que poco a poco se iba acumulando.

Una vez coronado el Santuario y con el diploma en la mano como prueba de haber alcanzado la proeza, muchos de los marxaires optaban por el merecido descanso en los jardines de la Plaza dels Pelegrins mientras esperaban emprender el regreso hacia Palma. Eso sí, con los autocares que la organización había fletado para la ocasión.

A pesar de la multitud que llegó a Lluc, muchos no pasaron por el control de llegada, que estaba situado justo a la entrada de la plaza. A la ofrenda floral, solo estaban presentes los organizadores del evento. En este caso, la ausencia de los valientes caminantes tenía justificación ya que estaban de regreso a sus casas para descansar después de tanto esfuerzo.

La marcha estuvo caracterizada por el orden y por la cantidad de jóvenes participantes. Eso sí, no faltaron algunos ya de más edad como Andreu y Pere que, a sus 70 años, completaron el recorrido en 10 horas a sus 70 años. Los últimos en llegar lo hacían sobre las once de la mañana pero no por ello se resistían en recorrer los últimos kilómetros que separan el Coll de sa Batalla de Lluc. Efectivos de Ambuiberica atendieron a lo largo del recorrido a unas 175 personas. Sus intervenciones mayoritariamente fueron por cansancio, agotamiento, lipotimias o calambres. "Nada" grave, advirtieron.

Una de las curiosidades de la marcha fue la protagonizada por un participante que llevaba su mochila cargada de comida para que fuese destinada a algún comedor social. Así cumplía una promesa.