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Arte

Elena Juncosa desvela la huella de Miró en Mont-roig

La historiadora mallorquina ha descubierto que el taller de la masía de la localidad tarraconense lo construyó el cuñado del pintor - También encontró fragmentos de la maqueta del mural de la Unesco

La historiadora Elena Juncosa, ayer, en la Fundació Miró. manu mielniezuk

Junto a Barcelona y Palma, Mont-roig cerraba desde siempre el triángulo espacial y vital de Joan Miró. Con el tiempo, la localidad tarraconense se había convertido en un tópico que llenaba monografías del artista, pero en realidad la masía donde hallaba refugio el genio catalán no había sido apenas objeto de estudios profundos. Hasta que llegó Elena Juncosa. La historiadora mallorquina, hija de Ángel Juncosa -sobrino del pintor-, centró sus esfuerzos en 2011 (año del centenario Miró-Mont-roig) en el Mas Miró siguiendo varias pistas. En primer lugar, corroboró que 1976 no fue el último año que el artista visitó la casa, sino que regresó en el 79 y en ocasiones posteriores de manera esporádica. "Cuando ya era mayor e iba a Mont-roig, solía alojarse en un hotel por comodidad", comenta la especialista, que recibió el Premio Investigación Pilar Juncosa en 2011 para iniciar este trabajo, cuyos resultados presentó ayer en la propia Fundación de Palma.

"La masía está a cinco kilómetros del pueblo, rodeada de campo. La visión que él debía tener de la zona es muy distinta a la de ahora, porque en los últimos años se han construido la autovía y la autopista, y también pasa por ahí el AVE", refiere la historiadora, que ha consultado fuentes orales, escritas, correspondencia y documentación gráfica. "He tenido acceso a las escrituras originales de la casa, depositadas en el Arxiu comarcal de Reus. Los padres de Miró se la compraron al marqués de Mont-roig", relata la historiadora. "Allí también se levanta una capilla junto al estudio del artista que mandó construir su padre", agrega.

El primer año que Miró acudió a la localidad de Tarragona -tenía 18 años- fue para recuperarse de una enfermedad. Fue entonces cuando decidió dedicarse de lleno a la pintura y comunicárselo a su padre.

El artista continuó frecuentando la masía todos los veranos hasta finales de los años setenta, pero hubo tres años en los que se ausentó. "Fue durante la Guerra Civil. En el Mas sólo se quedaron la madre y la hermana del pintor. Ésta se carteaba con un amigo de su difunto marido con el que se casó después. Esta correspondencia es como un diario de Mont-roig y de lo que acaecía en la finca. Hay en ella datos sobre las cosechas o los masovers, y es una base muy útil para documentar también la actividad bélica de la zona", explica Juncosa, quien ha dado con un refugio de la Guerra Civil en el Mas, totalmente desconocido por la familia. "La hija del masover recordaba la zona aproximada dónde éste estaba", apunta.

Otro de los grandes descubrimientos del Mas Miró, que lleva cerrado más de 40 años, es el taller del genio. "Estaba intacto", detalla Juncosa. "Cuando en 2011 se firmó el acuerdo entre la familia y el Ayuntamiento de Mont-roig para convertir la masía en un museo, inventariamos todas las piezas del taller. Ahora se ha retirado todo de allí y se ha depositado en el consistorio", explica. Se conservan los objetos, los muebles, los pinceles, etc. "Lo del estudio es un tema totalmente inédito. Nadie lo ha estudiado. Se construyó en los años 40 y nadie sabía quién lo había levantado. He podido descubrir que recibió el encargo Lluís Ylla, el segundo marido de su hermana. Él proviene de una familia de constructores de Vic", apostilla.

Miró recurrió a su cuñado después de que su esposa escribiera a la de Josep Lluís Sert para que éste se encargara del proyecto del estudio, "pero con la Dictadura quedó inhabilitado en España y tuvo que marcharse a EE UU", puntualiza Juncosa. La lectura de las cartas entre el artista y su cuñado así como otros documentos le han dado a la historiadora las pautas sobre la construcción del taller. "En el 43 hizo el primer encargo de material. Pero el proyecto quedó paralizado durante tres años porque éstos fueron económicamente difíciles para el artista. La obra se retomó en 1946 y se terminó al año siguiente", calcula.

A Juncosa, el estudio del Mas Miró le recuerda mucho al taller de Sert en Palma. "Es más pequeño, y también tiene un altillo. Miró ya lo tenía claro. Quería un lugar de trabajo cual celda de monje y donde entrara la luz por todos los ángulos. Piensa que en Mont-roig empezó a trabajar la escultura, subraya.

Otro de los grandes hallazgos en el taller fue el de dar con los esbozos de una obra especialmente significativa en la trayectoria de Miró. "Cuando hacía el inventario, encontré cuatro trozos de cartulina grandes que estudié y me di cuenta que se trataba de parte de una maqueta. En concreto, son fragmentos de la maqueta del mural cerámico que realizó para la Unesco", señala Juncosa. Las piezas, comenta la historiadora, se trasladarán a Palma, donde se conserva el resto de la maqueta. En el futuro, se expondrán.

El Mas Miró aguarda una reforma arquitectónica antes de convertirse en museo. "Se han pedido fondos al 1% cultural", comenta la investigadora. Luego se establecería la parte de los contenidos, estudiados por Juncosa en este estudio que podrá consultarse en la página web de la Fundación de Palma.

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