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Entrevista

Manuel Cruz: "Pensar que no hay futuro es un error inducido por el poder"

El filósofo catalán Manuel Cruz, ayer, en el club de opinión de este rotativo.

El catedrático de la Universitat de Barcelona abordó ayer en el Club DIARIO de MALLORCA el concepto de futuro y su transformación a lo largo de la historia. También habló con este periódico sobre Cataluña, la democracia y Podemos.

-¿La pesadilla es el futuro o lo que estamos viviendo ahora mismo?

-Cuando hablo de esta cuestión, me estoy refiriendo al concepto de futuro. Hasta ahora el futuro era aquel territorio imaginario donde depositábamos los sueños o las ilusiones. Esta idea de futuro se ha acabado. Ahora vemos el futuro en el mejor de los casos como una reiteración de lo que se vive en el presente, "más de lo mismo", y, en el caso de los jóvenes, como un territorio en el que todo irá a peor. El lema que lo resume muy bien es el de las manifestaciones estudiantiles que tuvieron lugar en París en 2010: "No queremos vivir peor que nuestros padres".

-¿A qué acarrea tal cambio de visión sobre el futuro?

-Hemos pasado de considerar la historia como algo que está en nuestras manos a una cosa que nos sobreviene y cae sobre nosotros. Vemos la historia no como el resultado de una acción sino como la evolución neutra de los acontecimientos, una evolución en la que no habría responsables.

-¿Está diciendo entonces que es una sociedad sin capacidad crítica?

-No exactamente. La razón por la que la gente acepta la falta de crítica es porque siente que dicha crítica no cambiará nada. Es una cuestión de aceptación. Y creo que es una situación perjudicial en la que se impone un poco el "sálvese quien pueda".

-¿En qué momento cambió la visión sobre el futuro y por qué?

-En primer lugar, pienso que es una percepción inducida y errónea. En un momento dado de los años 80, a raíz de las políticas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, hubo una desregulación de los capitales. A lo que estamos acostumbrados ahora fue una decisión política, no fue el fruto de una fatalidad. Estamos viviendo este tipo de cosas ahora mismo, cosas que son responsabilidad de los poderes y que las vivimos como si fueran automáticas cuando en realidad no lo son.

-¿Quién induce a esa percepción fatalista y de aceptación de la realidad?

-Los poderes. Lo que pasa es que ahora representamos los poderes económicos como una entidad anónima. Hablamos de los mercados, que son flujos financieros y no personas. Incluso ya se diferencia entre ricos y mercados, como dos compartimentos distintos.

-¿Debería haber en política más filósofos que ayudaran a solventar los problemas?

-Si yo dijera que sí, que debería haberlos, me parecería ridículo y presuntuoso. Sin embargo, es necesario hacer una reflexión: no digo que los filósofos tengan la varita mágica, pero Rajoy es registrador de la propiedad. ¿Qué formación tienen los registradores? Aznar era un técnico de Hacienda. Pienso que el día a día de las cuestiones técnicas ya están en manos de los cuerpos especializados de las distintas administraciones. El político lo que ha de tener es una suerte de proyecto y perspectiva global en la cabeza. Los filósofos podrían introducir un punto de distancia, escepticismo, crítica pero también ilusión. Está Ángel Gabilondo, por ejemplo, que fue un buen ministro de Educación y es el candidato del PSOE a la comunidad de Madrid. Pero hay más gente con ideas: está el poeta Luis García Montero o la jueza Manuela Carmena. A veces tengo la sensación de que el filósofo está penalizado en muchos campos.

-¿A qué se debe?

-Es cierto que cada vez hay menor presencia de la Filosofía en los estudios, pero muchas veces son los propios padres que van al tutor de sus hijos a pedirles que les quiten de la cabeza cursar el Bachillerato artístico o humanístico. Hay un clima que favorece que eso sea así. Además hay una especie de doble lenguaje, porque a esos mismos padres les gusta decir que han ido a una conferencia de un pensador. Aquí es cuando aparece la figura del filósofo florero.

-¿Hemos llegado a esta situación porque llevamos años pensando mal?

-Te corrijo: no es que hayamos pensado mal sino que simplemente no hemos pensado. Como dijo Leibniz, mucha gente pensaba que estaba en el mejor de los mundos posibles. Mandar, ganar dinero y tener prestigio social es algo muy propio de la mentalidad de los 90 y principios del 2000. Si cuestionabas esta manera de pensar, eras un aguafiestas.“En Cataluña hay una democracia movilizativa: se insiste en que hay que decidir pero sin debatir”

-¿Constituyen los noventa el periodo más oscuro para la filosofía?

-De alguna manera, sí. Creo que ahora estamos viviendo una nueva demanda de filosofía. La gente regresa a ésta porque tiene la sensación de que la explicación obvia no ha ido bien y en realidad no ha esclarecido nada.

-Acaban de publicarse las primeras encuestas sobre los resultados de las autonómicas catalanas: CiU y ERC quedarían lejos de la mayoría y Ciutadans rozaría la segunda posición. Parafraseando el título de un libro suyo, ¿Cataluña está saliendo de su ensimismamiento?

-Lo dudo. Pienso que, desde el punto de vista del clima, es complicado que haya un giro. No se acaban de ver las cosas claras. La presidenta saliente de la Assemblea Nacional Catalana, Carme Forcadell, decía que si CiU, Esquerra y la CUP suman la mitad más uno, resultado posible, continuarán con el proyecto soberanista. Pero yo pregunto: ¿cómo un proyecto tan importante puede ponerse en marcha con un resultado tan ajustado? En ningún país del mundo con la mitad del Parlamento se ha tirado adelante con tal cosa. Por otra parte, hay que tener en cuenta que con nuestra ley electoral la mitad más uno no es la mitad más uno de los votos. Si fuera una persona, un voto, saldrían más votos contra la independencia que a favor. Los que quieren aplicar esto son los que dicen que la democracia española es de baja calidad.

“En Podemos no he visto aún ninguna manera nueva de hacer política, reaccionan como un partido tradicional”

-En su último libro habla de democracia movilizativa. ¿A qué se refiere?

-La contrapongo a la democracia deliberativa. En Cataluña, la que prevalece es la primera porque se insiste en que hay que decidir pero sin debatir. El debate lo contemplan para después.

-¿Ve nuevas maneras de hacer política en Podemos?

-De momento, no. Su estructura es al final convencional. Por ejemplo, con Monedero la reacción ha sido la tradicional de los partidos: cerrar filas y no dar explicaciones. A partidos como Podemos en EE UU los llaman "atrápalo-todo": su programa es lo más ambiguo posible para captar el mayor número de votos.

Conferencia: Ciclo ‘Sapere Aude’

‘El futuro: cuando la fantasía se transforma en pesadilla’. Lunes 4 de mayo de 2015, 19.00 horas. Club Diario de Mallorca. Puerto Rico, 15. Entrada libre.

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