De monumental espacio para mercaderes a lugar mágico de belleza sagrada. El trabajo de Rebecca Horn en la Lonja ha conseguido transformar el edificio de Sagrera en un templo de misticismo y reflexión sobre la existencia humana. La artista alemana, que hoy inaugura la instalación Glowing Core, dedicada a Ramon Llull, ha recreado el cielo añil en la bóveda central a partir de la fabricación de una cúpula formada por embudos dorados, una bóveda celeste que se refleja en dos grandes espejos giratorios colocados en el suelo. Cuando el espectador los mira, enfocando hacia el pavimento, tiene la sensación de estar precipitándose por las profundidades de un pozo sin fondo, que en realidad es la altura del edificio reflejada en los espejos. "Es el ser humano cautivo entre el cielo y la Tierra", comenta la artista. Una parábola de la ascensión y la caída, la vida y la muerte. Un reflejo de la capacidad de sufrimiento y de percepción del ser humano, y del terror. "En este abismo creado por Horn también es posible rastrear la influencia de Dante Alighieri y el infierno cónico de La divina comedia, dividido en nueve niveles, los mismos que se ven en la pieza central", comenta el comisario de la exposición, el poeta alemán José F. A. Oliver.

Horn, con casa en Pollença desde hace veinte años, comenzó a trabajar en este proyecto hace dos. Quería dedicárselo a Mallorca y a Ramon Llull, cuyos textos conoce desde que llegó a la isla. "Él intentó establecer un diálogo con las distintas religiones y culturas. Aprendió árabe y siempre fue un nómada, como muchos artistas", explica Horn. "Entender a Llull implica primero establecer un diálogo con uno mismo para después poder entablarlo con otras culturas", añade. Un diálogo interior al que es invitado el espectador desde las pequeñas 16 esculturas mecanizadas que rodean la pieza central. Pequeñas paradas en las que el visitante se ve enfrentado a un espejo -"los espejos del alma"- que le devuelve ipso facto la imagen de una calavera. Vida y muerte otra vez. Tiempo y espacio. "Estas calaveras en hierro son los moldes de aquellas que la artista encontró en las catacumbas napolitanas de San Gaudioso para utilizarlas en una instalación anterior a ésta", detalla Oliver. Para Horn, los seres humanos están en un tiempo intermedio de un camino más largo que continúa con la muerte. Después de ésta, la artista considera que podría haber un estado similar a "la tranquilidad, la ligereza y el alivio".

Junto a los 16 espejos, se elevan esbeltas antenas doradas, "un objeto que une la tierra con el cielo y que vuelve a tener relación con la pieza central", refiere Oliver. Justo al lado, el agua del mar y las chumberas de Mallorca, que con sus vestiduras de espinas irradian una ejemplar capacidad de resistencia, "como el paisaje de la isla, mucho más preservado que en otros lugares", comenta la artista.

La espiritualidad del espacio la refuerzan un poema de la propia Horn (Glowing core, Corazón en las brasas) y la música creada por Hayden Chisholm, un canto armónico compuesto a partir del sistema microtonal. Una partitura que tocará durante la inauguración de hoy, a partir de las 20 horas.

La instalación site specific (hasta el 1 de octubre), cuya contemplación total puede alcanzarse si se acude a la Lonja por la mañana, por la tarde y por la noche, ha sido fabricada por el equipo de ingenieros de la Moontower Foundation, la institución de la artista. La componen piezas electrónicas, espejos, acero, luz, etc. La producción, el transporte y los seguros han sido patrocinados por el Institut für Auslandsbeziehungen. El IEB ha apoyado con 20.000 euros y el catálogo. Macià Batle ha creado una etiqueta de vino y el proyecto ha sido coordinado por Pelaires.