Un relato enigmático y repleto de preguntas que devuelven a un personaje ora claro ora misterioso es el que propone Carme Riera para adentrarse en la figura del Arxiduc. Hábil, la escritora echa mano en la exposición que ha levantado en el Casal Solleric de la atractiva ambigüedad con que habitualmente son retratados los héroes contemporáneos, siempre con claroscuros en la biografía, con una cara oculta que asoma tras el rostro claro. ¿Fue Lluís Salvador un informante del emperador? ¿Por qué no se casó? ¿Tuvo descendencia?

"El Arxiduc es tema sensible en la isla", sostiene Carme Riera. "Hay gente joven que lo relaciona únicamente con el nombre de una calle y luego otro grupo de personas que lo saben todo de él", reflexiona la escritora, comisaria de la muestra sobre el aristócrata que hoy -a las 12 horas- se inaugura en el centro artístico de Es Born, espacio que fue escenario de encuentros y tertulias para el erudito de los Habsburgo. "En esta muestra que ahora se abre al público, he intentado buscar un punto intermedio: que sea muy divulgativa para quien desconozca a Lluís Salvador, pero que también interese a los expertos", señala.

Antes de desgranar datos y detalles de la exposición organizada por el Institut d´Estudis Baleàrics, organismo que también presentó ayer artículos de mercadotecnia sobre el aristócrata (joyas de Isabel Guarch, vinos, aceite de Son Moragues y bolsas de tela de llengües), la autora de Dins el darrer blau argumenta los motivos por los que jamás debería olvidarse la figura del aristócrata. "El Arxiduc amó la tierra y el paisaje de esta isla. No habría permitido muchos de los desastres urbanísticos que se han perpetrado en Mallorca", afirmó tajante la académica. "Amó la lengua, la prueba es que escribió también en catalán", continuó. "También procuró que la gente tuviera trabajo. Creía que la agricultura también podía salir adelante y generar empleo. Un ejemplo, fueron los vinos de s´Estaca", agregó. "Asimismo fue un mecenas. Apoyó a Martel en sus importantes exploraciones en las Cuevas del Drach o al Oceanográfico" y asimismo "fue un impulsor del turismo, un turismo sostenible, pues invitó a la isla a la emperatriz Sissi o a Verdaguer y acondicionó la hospedería Ca Madó Pilla", apuntó.

Ya en la entrada a la planta noble, llama la atención del espectador el título de la muestra, Jo, l´Arxiduc, "que es como decir, Yo, el rey", comenta Riera. No es que el Arxiduc aspirara al trono literalmente, aunque sí es cierto "que deseó crear en la isla, a partir de la compra de pequeñas propiedades, una suerte de reino en miniatura entre Miramar y Can Costa. Para él, esa zona era como su principado", señala la escritora. Antes de entrar en las salas, desvela que su hilo conductor son las propias palabras del aristócrata, "él habla en primera persona durante el recorrido". Precisamente, una de las frases que escribió -El desig d´anar més lluny, una sensación romántica que le invadía cada vez que veía un barco- coincide con el subtítulo del proyecto de Riera, que ha contado con la colaboración de la documentalista Lucía Garau y el diseño del arquitecto Daniel Freixes. El primer enigma que plantea Riera es por qué recaló el Arxiduc en Mallorca. "En realidad, no se sabe. Se conoce con seguridad que no le permitieron viajar a Dalmacia. Seguramente, había leído literatura sobre la isla o incluso Un invierno en Mallorca de George Sand. Por entonces, se tenía una creencia exótica sobre las islas y España, algo que le debía fascinar", relata.

La exposición (abierta hasta el 14 de junio) se estructura en ocho ámbitos. El primero -Retrato- está dedicado a la genealogía del aristócrata. Un punto en el que florece otro enigma. "Tenemos muchos datos sobre su ascendencia, sin embargo es más complicado saber si tuvo descendencia, porque nunca reconoció hijos", comenta la comisaria. Sí protegió y educó, tal y como recogen Riera y Garau en la documentación de la exposición, a los descendientes de su secretario y heredero, Antoni Vives. Tercer enigma, por qué no se casó. Los biógrafos suelen justificarlo en un hecho terrible pero no comprobado: la muerte de la princesa Matilda, su prometida.

En la primera sala, además de varios retratos, una vitrina deja al descubierto la cartera del Arxiduc. "Siempre llevaba dentro una foto del emperador", señala Riera. "Se decía que podría haber sido un espía o un buen informante suyo", revela. Una teoría que podría tomar fuerza gracias a un telegrama que también puede verse en la muestra. "Era muy extraño que Lluís Salvador pidiera permiso al emperador para viajar", indica. "Su interés por el Mediterráneo puede que también tenga que ver con cuestiones de estrategia política de los Habsburgo", agrega. En cualquier caso, "el Arxiduc es un personaje misterioso, novelesco, sabio y muy trabajador".

¿Qué aspecto tenía el aristócrata? El desaliño indumentario parecía ser la tónica. "Las pajaritas que llevaba [también en una vitrina] están nuevas porque sólo las empleaba en las ocasiones especiales", refiere la autora. "Iba desarreglado pero era rígido, era humilde pero cuando le convenía hacía valer sus prerrogativas de alteza imperial", continúa la escritora, quien desvela que el idioma en que se expresaba el aristócrata era el italiano, no el alemán. Otra cuestión que condicionó su aspecto físico fue una disfunción hormonal.

Entre las contradicciones recogidas por Riera, cabe destacar también la probada religiosidad de Lluís Salvador, algo que no opuso "a sus gustos en materia sexual, recogidos por algunos biógrafos". El recorrido continúa con la vertiente sobre sus viajes -en la exposición se dibuja un mapa con los lugares que habitó y sobre los que escribió-, su relación con el mar -también hay objetos de los dos Nixes, incluso la cama de su camarote- y con la tierra -le interesaba que las possessions dieran al mar. En este último ámbito, es posible contemplar varias pinturas de Son Gual, Miramar o Son Moragues. Su relación con la ciencia -se exhiben hojas de botánica y referencias manuscritas- es capital en la exposición. En este punto, tanto Riera como Garau han podido ampliar bastante la lista de colaboradores del aristócrata. Entre ellos se encontraban el bisabuelo de Riera, el ingeniero de caminos Eusebi Estada, Tous i Maroto, Herreros, Bartomeu Ferrà, Virenque, etc. El Arxiduc también fue un hombre de letras. "En esta sala, hay una sorpresa, el voltor de Miramar, que dio pie a los conocidos poemas de Miquel dels Sants Oliver, Alomar y Alcover", apunta la autora.

La muestra, que contará con un catálogo, continúa con un apartado dedicado a los afectos y relaciones personales del aristócrata. La correspondencia -gran parte procede de los fondos del Consell- es el documento principal que aquí se exhibe. Dos mujeres, Catalina Homar y Antonietta Lanzerotto, y un amigo, Wastrilao Vyborni, fueron fundamentales. El espectador abandona el Solleric con una idea rica de quién pudo ser el Arxiduc, un retrato con luces y sombras, pero también con una imagen grabada en la retina que sirve de advertencia: las grúas grotescas de la construcción capturadas en el último vídeo del recorrido. El Arxiduc las habría aborrecido.