Demasiado cruel para ser cierto, pero lo es. Es increíble que este Mallorca, ordenado, contundente, descarado a ratos y hasta intenso y que fue ganando el encuentro durante durante cincuenta minutos, no se llevara absolutamente nada del Estadio Gran Canaria. Y no lo hizo porque le regaló el triunfo a un Las Palmas que, por muy líder que sea, sufrió de lo lindo para desarbolar a los bermellones. Un absurdo penalti de Cendrós, que vio la roja, sobre Araújo a solo dos minutos del final tiró por la borda el excelente trabajo realizado durante todo el partido. Momo aniquiló desde los once metros las ilusiones de un equipo que se mereció más, mucho más y que llevaba resistiendo casi media hora con uno menos por la expulsión de Arana (2-1). El gol de este dio esperanzas de que la gesta era posible, pero era demasiado bonito para ser cierto para un equipo en el que debutó Xisco. Eso sí, Cabrero evitó que el fatal desenlace llegara mucho antes con una soberbia actuación con paradas para todos los gustos, pero es humano.
Esta derrota es un mazazo por la forma en la que se produjo porque no quedaba ni rastro del desastre de hace siete días ante el Valladolid. Otro gallo le cantaría al Mallorca si en la primera vuelta hubiera mostrado muchas de las virtudes que ayer exhibió en el campo del todopoderoso dominador de esta Liga Adelante. Esto debe servir de aliciente para lo que viene porque si dejara atrás la maldita irregularidad podría llegar a luchar por esa sexta plaza que da acceso a la promoción de ascenso.
Los rojillos jugaron una primera parte sin complejos, lejos del excesivo respeto denunciado por Karpin mostrado ante el Valladolid. El Las Palmas tenía el balón, cierto, pero el Mallorca aprovechaba con criterio los espacios que dejaba para salir al contraataque aupados por un buen Ros, titular ayer. Bigas, en una acción que ya se ha visto en más de una ocasión este curso, sorprendió irrumpiendo desde atrás en una magnífica carrrera hasta que, desde la frontal del área, lanzó un fuerte tiro que obligó a Casto a hacer una gran intervención. No se conformaron los visitantes, que estaban bien arropados y que hacían daño con velocidad. Fueron los mejores momentos de un Mallorca que encontró el premio a los veinte minutos. Arana sorteó en velocidad a varios rivales y su disparo rozó lo suficiente a un central para descolocar al meta y marcar.
Los locales adelantaron sus líneas, pero se estrellaban una y otra vez en el muro de los Kasim, Bigas y compañía. Precisamente el de Costa de la Calma, otra vez en tareas ofensivas, tuvo que pedir el cambio inmediatamente al sentir un pinchazo en los isquiotibiales. Saltaron todas las alarmas porque está por ver el tiempo que será baja. Agus le sustituyó, pero el plan seguía siendo el mismo. El Las Palmas, ya en el tiempo de prolongación, dispuso de una enorme doble ocasión. Hernán estrelló el balón al larguero y en el rechace, sin que nadie despejara la pelota, chutó a bocajarro y Cabrero demostró unos enormes reflejos. Fue la primera de un auténtico recital que continuó en la segunda mitad.
Nauzet, en dos ocasiones, tuvo que felicitar al meta oscense por sus paradas. Y Araújo también, porque no se podía creer que en un remate a bocajarrro la pelota no hubiera entrado. La clave llegó con la justa roja a Arana en el minuto sesenta porque el Mallorca renunció directamente a jugar. Se limitó a despejar y despejar y eso, en este deporte, suele tener un castigo. Cabrero, otra vez, sacó de quicio a Araújo con otra gran parada, pero llegó el primer golpe.
Ortuño, que tanto quiso Nadal, se fabricó una jugada que finalizó con una media vuelta de tiro seco que empató el encuentro. Se las prometían muy felices los baleares porque conseguían aguantar el chaparrón canario, hasta que Cendrós hizo una tontería. Agarró a Araújo y el colegiado no lo dudó. Momo confirmó el desastre, uno de esos que harán daño durante un tiempo. No obstante, hay algo de luz en este túnel que atraviesa el Mallorca.
