Desde que Pasteur tuvo su idea genial, las vacunas han cambiado el mundo. La vacuna erradicó la viruela, uno de los mayores azotes de la humanidad, y pone coto a las sucesivas gripes que nos llegan año tras año. La gripe A, como explica en la revista Science Justin Ledder, del Departamento de Epidemiología de la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health (Baltimore, EEUU), ha producido a menudo pandemias importantes al combinarse los genes de dos o más cepas diferentes de la influenza formando un nuevo subtipo del patógeno que hace que las personas vacunadas frente a las cepas originales sufran la enfermedad provocada por la nueva combinación. Ledder se refiere en su comentario a un trabajo aparecido en la misma revista, un estudio el que Judith Fonville „del Center for Pathogen Evolution, Departamento de Zoología, universidad de Cambridge (Reino Unido)„ y sus colaboradores, empleando una técnica novedosa, la del "paisaje de anticuerpos", precisan la manera como se adquiere la inmunidad ante la exposición a patógenos variables.

Fonville y colaboradores estudiaron los perfiles inmunes que cubren la evolución del virus H3N2 de la gripe A durante 43 años mediante el paisaje de anticuerpos, que obtiene un esquema de la manera como actúa el sistema inmunológico a lo largo de toda la vida. Como es sabido, el primer contagio suele producirse antes de que cumplamos tres años y lleva en los niños pequeños „desde los 5 a los 10 años„ a una respuesta contundente frente al virus. Pero con la edad esa capacidad de respuesta se va perdiendo; de ahí la importancia de las vacunas y, en especial, para la población anciana. El trabajo de la doctora Fonville y sus colaboradores, siguiendo en detalle los procesos infecciosos en 69 personas a lo largo de seis años junto con la respuesta inmunológica de 225 sujetos antes y después de la vacunación, ha puesto de manifiesto algo que los médicos en ejercicio, los que atienden en los hospitales y centros de salud a una multitud de pacientes cuando, con el invierno, llegan las gripes, ya sospechaban.

Mediante el "título de anticuerpos", un procedimiento de examen en laboratorio, se obtiene una cuantificación de la presencia y cantidad de los anticuerpos en la sangre. Pues bien, los resultados obtenidos por Fonville y colaboradores indicaron que la vacuna contra cepas avanzadas de la influenza aumenta también la inmunidad respecto de otras cepas antiguas que, no por serlo, dejan de estar presentes con alto riesgo de infección. Se pueden sacar al menos dos conclusiones a tal respecto. La primera, la que indican los autores del trabajo: las actualizaciones de vacunas preventivas pueden mejorar la eficacia contra la gripe en individuos expuestos previamente. Y la segunda, la apuntada por Ledder: el método del paisaje de anticuerpos, si se generaliza, podría darnos un retrato preciso de cómo la interacción con el virus de la gripe influye en nuestra salud cambiando el sistema inmunológico.