Vuelve a situarse al frente de la Simfònica tras su polémico despido hace dos años.

Estoy encantado porque es una orquesta que quiero mucho y espero que el concierto sea un éxito. Me hace mucha ilusión. Conozco mucho a los músicos y están muy contentos de verme. Hay una confianza mutua y el trabajo se ha acelerado bastante. Son muchos años trabajando juntos. Hay una relación muy estrecha.

¿Qué programa ha preparado para este concierto?

El programa se centra en compositores del imperio austrohúngaro como Von Suppé, Brahms o Dvorak. Es un programa muy interesante porque son obras que la orquesta no ha interpretado. Ha sido una semana de trabajo diario muy intensa pero a los músicos les gusta tocar piezas nuevas.

¿Será una noche especial?

Para mí, sí. Me voy a reencontrar con un público que dejé de manera inesperada. No me gusta hablar del pasado pero no me pude despedir. Estoy muy contento de que los mismos que me echaron, me hayan vuelto a invitar. Este gesto es muy bonito.

¿Por qué aceptó?

Porque amo a la orquesta. Además han sucedido una serie de acontecimiento y se han dado cuenta de que no ha funcionado como ellos esperaban. No sé que ha pasado pero ha habido cambios. Estoy contento de que todo vuelva a la normalidad.

¿Qué ha sentido al volver a alzar la batuta al frente de la OSIB?

Mucha emoción porque no los había visto en casi dos años. Es muy especial porque he trabajado muchos años con ellos. Emocionalmente es fuerte pero estoy acostumbrado. Es una orquesta especial porque tengo una relación muy estrecha con estos músicos. Será muy emotivo para mí y para mucha gente del público.

Fue el director titular de 1997 a 2001 y de 2009 a 2012, ¿Salvador Brotons siempre estará ligado a la Simfònica?

Emocionalmente, seguro. Son ochos años al frente de la orquesta y hemos hecho muchos proyectos exitosos juntos.

¿Volvería a ser director titular si un día llegase esta propuesta?

[Risas] La verdad es que no me lo he planteado pero posiblemente, sí. Ahora han apostado por una doble titularidad y tal vez les aporte cierta estabilidad y una seriedad con la dirección. Lo que sí me gustaría es venir de vez en cuando a la isla para trabajar con estos músicos que ya conozco.

¿El director no tiene tanto poder como su gerente?

La cuestión es trabajar en equipo. Los dos deben tener el mismo poder.

Se ha vuelto a encontrar con el gerente Marcelino Minaya. ¿Cómo ha sido el reencuentro?

Muy bien. Primero me invitó y me ha dicho que mi cese había sido un error. También reconoció que había sido una persona que había hecho muchas cosas para la orquesta. Estoy encantado con esta invitación.

En 2013 le despidieron. En 2014, se repitió la historia con el maestro Josep Vicent. ¿El problema de la Simfònica es la falta de continuidad de sus líderes?

Los directores tenemos una vida limitada. En Estados Unidos llevo 23 años dirigiendo una orquesta pero en España es difícil que un director dure más de cuatro o cinco años.

En estos dos últimos años, ¿ha llegado a temer por la desaparición de la Simfònica?

¡Mucho! Me pongo en la piel de los músicos. Sufrí dirigiendo la última temporada porque a final de mes los músicos no cobraban. Motivar a una orquesta cuando los instrumentistas no cobran es muy difícil para un director.

Anunció medidas legales contra el Govern debido a su cese.

Sí, pero esto ya es historia pasado y terminó bien para mis intereses. Mi cese fue bastante desagradable pero solo debemos quedarnos con los buenos momentos.

Salvador Brotons es un hombre que no para. ¿Qué proyectos tiene entre manos?

Como compositor estrenaré el musical Fang i setge en el Teatre de la Passió de Olesa de Montserrat el 13 de diciembre. Es un musical que me hace mucha ilusión. Espero que sea un gran éxito.