-¿Es el humor la manera más seria de contar la realidad?

-Es una manera. No sé si la más seria. Tampoco podríamos decir que es una manera independiente, porque cuando estás en una empresa ya se sabe. A mis ojos, el humor te permite ciertas licencias, como ser un poco más descarado. Puedes ser más transgresor con la excusa del humor porque éste utiliza licencias poéticas, como metáforas, hipérboles o diferentes distorsiones de la realidad, para después presentarla.

-¿Por qué cree que los programas y publicaciones de humor diario aumentan la audiencia?

-Creo que la distorsión humorística de Wyoming en El intermedio es honesta porque sabes que en el fondo te está contando la verdad. En cambio, los telediarios te presentan una información que muchas veces está distorsionada y que te la presentan como verdad absoluta. Es el camino inverso. El consumo de información ha funcionado un poco en este sentido: la gente se compra el periódico que le va a contar las cosas tal y como ellos las ven. El éxito puede deberse a que los humoristas se creen que no dependen de nadie. Son figuras que existen hace 200 años y que tienen una doble función: por una parte, higiénica; y por otra, catártica, porque te ríes. En el siglo XXI, como no puedes colgar del cuello a nadie o usar la guillotina, la risa es lo único que te queda.

-¿Cómo se toma el poderoso que se rían de él?

-Muy mal. A la gente, en general, no le gusta que se rían de ella. En un artículo serio uno puede escribir "usted es un impresentable" y el aludido responder con otro artículo igual de serio. El ataque serio se acepta, más o menos, porque tienes la posibilidad de réplica. La broma pública es lo que más molesta porque no te pueden responder con la misma arma. Si la broma utiliza la viñeta y el dibujo, imagínate: es aún más difícil de contestar.

-¿Ha vuelto a abrir algún ejemplar de El Jueves después del portazo que dio?

-La verdad es que comprarme la revista ahora mismo me resulta complicado emocionalmente. Creo que he de pasar una especie de duelo. Una vez lo haya pasado, continuaré comprándola.

-¿Se considera una persona valiente por haber abandonado un medio tras la retirada de su portada sobre el rey?

-Igual es que soy el más loco (risas). No lo hice por heroísmo. Es una cuestión muy personal. Abandoné la revista porque la empresa sobrepasó unas líneas rojas desde mi punto de vista. Para mí, El Jueves es una marca, un producto, un referente. Pero con lo que sucedió, la cosa cambió. Tras la retirada de mi portada, me di cuenta de que El Jueves es una marca y yo soy otra marca. Mi marca o mi capital es mi credibilidad.

-Y entonces llegó su propio proyecto junto al de otros exdibujantes de El Jueves, Orgullo y Satisfacción.

-Sí. He de decir que nuestra salida de la revista no fue de manera conjunta, no es que nos pusiéramos de acuerdo. Pero fue surgiendo. Tuvimos una reunión en Barcelona y decidimos que teníamos que hacer una revista con un número dedicado al rey. El objetivo era hacer algo de cara a la coronación porque, si El Jueves no lo hacía, nosotros teníamos que hacerlo. De hecho, el primer nombre que pensamos para la nueva revista es El finiquito y no Orgulllo y Satisfacción.

-La salida sonada de El Jueves también les dio publicidad.

-Sí, pero estoy seguro de que a El Jueves también. Es cierto que vendimos mucho cuando empezamos. Unos 35.000 ejemplares del primer número. Ahora estamos entre nueve y diez mil. Nuestro objetivo ahora es ir experimentando con el mundo digital, un universo muy complejo en el que hacerse un hueco es dificilísimo. También tenemos claro que con un simple pdf no podemos continuar, no es el formato más adecuado para la lectura.

-¿Internet es el futuro?

-Es el futuro de la literatura y del dibujo de consumo rápido.

-También colabora en eldiario.es, otro medio alternativo y digital de reciente aparición.

-Sí. Yo pienso que la prensa tradicional se ha de reinventar. En realidad, me da mucha pereza leerla por muchos motivos. Hay algún grupo que ya está controlado por los bancos y que ni se molesta en disimularlo. A mí me gusta estar aislado de los periodistas y de las redacciones, así como de los centros de poder. Yo vivo en Manresa, vivo la vida normal, llevo a mis hijos al colegio y procuro tener contacto con la vida de la gente para después conectar con el lector. Es mi manera de trabajar.

-Afirma que la actualidad es monotemática. ¿Qué hace para no repetir los chistes?

-Hay que buscar los matices y ponerse a prueba cada día. Llevamos cinco años hablando únicamente de una decena de temas que se circunscriben prácticamente a otros dos: la corrupción y la prepotencia.

-Como catalán, ¿le gustaría hablar más de Cataluña?

-Sí, mucho, pero me encuentro que quien me paga es siempre de Madrid. Cuando hablas de Cataluña para fuera de Cataluña siempre te queda un chiste ortopédico porque has de dar más información. Uno de los temas de los que me gustaría poder hablar es el de la Ley de Consultas. Me parece una gran ley porque propone que se puedan hacer consultas. En la democracia que tenemos sólo votamos cada cuatro años para dar carta blanca a los políticos que han ganado. Es cierto que es una ley con trampa porque se hizo de cara al 9-N y la cuestión de la independencia, pero es un paso para poder decidir otras cosas a partir de referéndums.

-No ha nombrado aún a Felipe VI.

-Me interesa más su esposa, Letizia, una persona normal que está allí arriba, de reina. Puede resultar un personaje trágico.

-¿Trágico?

-Bueno, quien en realidad es un personaje trágico es Aznar, por lo mediocre que es. Es una figura absolutamente sobredimensionada. Aznar no tiene amigos. Iba apartando a la gente de su alrededor porque era absolutamente consciente de sus limitaciones. Es un ejemplo universal en eso. Siempre he tenido en mente explicar su historia, tiene un cómic chulo.