Autor de algunas óperas, partituras litúrgicas y diversas cantatas, el compositor, cantante y también obispo Agostino Steffani gozó de cierta reputación en su época (segunda mitad del siglo XVII i principios de XVIII) más allá de su ciudad natal, Padua. Reputación que le llevó a ser miembro de instituciones inglesas y alemanas.

Diversas cantatas de ese, nada menor, autor fueron interpretadas el pasado martes en un monográfico titulado genéricamente Crudo Amor, expresión tomada de una de las obras que aparecían en el programa. Quizás la más bella y efectista de todas.

Forma Antiqva, un conjunto historicista que gira alrededor de la familia Zapico (los hermanos Pablo, guitarra barroca, Daniel, tiorba y Aarón, clave y dirección) fue la formación que, junto a la violoncelista Ruth Verona acompañó las voces de María Eugenia Boix, soprano y Carlos Mena, contratenor.

Había cierta expectación para escuchar en directo ese sonido Zapico de tanta proyección internacional; aumentada por la incorporación de otro ilustre maestro de la interpretación como es Carlos Mena.

La sala, prácticamente llena, aplaudió cada una de las cantatas del compositor de modo sincero y contundente. Y no era para menos. Esos seis artistas demostraron que la música de Agostino Steffani merece ser más divulgada y conocida. Ellos, de manera exquisita, a partir de un planteamiento sonoro "all'antico", sacaron de esas arias y duetos todo el potencial que esconden.

Violoncelo, guitarra, tiorba y clave buscaban ser algo más que un puro acompañamiento en forma de continuo. A veces en solitario pero también como un todo, los instrumentos eran tan protagonistas como las voces. Cantaban con ellas. Un verdadero placer para los oídos. Pura delicia barroca.