­En 1934 echó a andar en la isla la Editorial Moll, inaugurada por el filólogo Francesc de Borja Moll Casasnovas, un amante de los libros que dedicó su labor íntegramente a la defensa de la lengua catalana. Después de 80 años de una importante historia cultural y editorial, la empresa familiar cierra definitivamente a causa de los graves problemas económicos que atravesaba desde hace tres años y que le llevó a entrar en concurso de acreedores.

La directora de producción del sello -dedicado a la edición, venta y distribución de libros-, Susanna Moll, explicó ayer a este periódico que ahora hay que aguardar a que el juez nombre a un liquidador. "El futuro de nuestro fondo editorial dependerá en parte de él. No sabemos si se llevará a cabo una subasta, si se procederá a dividirlo en diversos lotes o se hará de manera conjunta", comentó la nieta del fundador del sello. "Tenemos un fondo con miles de libros de hace más de 50 años. Aquí nunca hemos destruido ningún ejemplar", señaló. Moll expresó que su deseo -al igual que el de un nutrido círculo de la cultura balear- "es que el fondo pudiera quedarse en la isla, que no perdiera las raíces". Para ello, debería pujar por él alguna empresa balear o hacerse cargo alguna institución local. "También podría darse una solución mixta", apuntó. No es descartable tampoco que algún sello catalán se muestre interesado en el legado de Moll.

Un millón de deuda

El gerente de la editorial, Antoni Moll Echeto, y la propia Susanna Moll Kammerich, quien reconoció a este periódico que el cálculo de la deuda para el concurso de acreedores ascendía a casi un millón de euros, remitieron ayer un comunicado en el que informaron de esta decisión y agradecieron el apoyo recibido en los últimos años para tratar de sacar adelante esta empresa a través de iniciativas como la campaña Amics de l´Editorial Moll o el crowdfunding que permitió la edición del volumen VI de la edición crítica de las rondalles mallorquines a cargo de Josep A. Grimalt. "Asimismo, los autores de la casa nos comunicaron que renunciaban a las liquidaciones por derechos de autor que les debíamos a cambio de libros, un gesto que valoramos muchísimo", comentó la directora de producción.

"Lamentablemente todos estos esfuerzos no han sido suficientes y hemos llegado a una situación insostenible que no nos deja otro camino que cerrar nuestras puertas", señalan en la nota remitida.

Susanna Moll lamentó también "la falta de ayuda institucional" ante las dificultades de la empresa cultural, convertida en una institución de la lengua y cultura catalanas. "Es una cuestión de criterios, prioridades y de política. Yo creo que una editorial es una institución algo diferente a la mayoría de empresas". "La editorial Moll ha tenido un lugar en nuestra pequeña historia y en épocas muy difíciles para nuestra lengua y cultura, y ha contribuido a consolidarlas y a configurar el mundo cultural de las islas para que pudiera llegar a ser lo que es hoy en día", destacan en el comunicado los responsables del sello. "Para mí este cierre es una gran pérdida personal, pero también lo es para la lengua y la cultura catalanas", agregó Susanna Moll. "Hubo una época en que la tarea de difusión y normalización de la lengua y cultura catalanas la ejerció en solitario mi abuelo, el fundador de la editorial, Francesc de Borja Moll, pero ahora tal tarea ya no es patrimonio de una sola empresa o institución", reflexionó la directora de producción. "Ahora la lengua está muy normalizada, a pesar de los acontecimientos y el retroceso que estamos viviendo, pero hay más empresas e instituciones que trabajan por nuestra lengua. Por eso quizá ya no somos imprescindibles", manifestó Moll. "Podemos decir con orgullo que hemos cumplido un ciclo y que ahora ya no somos imprescindibles como algunos de vosotros amablemente nos decís", abundó.

Susanna Moll, que recordó ayer que hace "tres o cuatro semanas" le comunicaron al juez su incapacidad de sortear el enorme bache económico que arrastraban desde hacía años, explicó que los problemas comenzaron con el cambio de sede de la editorial. "Después de vender la casa de la Calatrava, el traslado y acondicionamiento de la nave de Can Valero supuso un coste enorme", relata. La reedición del Diccionari Alcover-Moll en 2007 también afectó a la tesorería del sello. La crisis generalizada y en concreto del sector terminó por abocar a la empresa a una situación extremadamente delicada que ha terminado en cierre. El fondo y el legado siguen vivos, pero su futuro es una incógnita.