-Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Podría operar a alguien que no le cae bien?"

-Y tanto, he operado a personas que han hecho mucho daño social. Un psiquiatra exigía mantener la distancia profesional, porque la proximidad con el paciente te crea dudas emocionales, si bien he operado a mi hermana.

-Pero usted ama a sus pacientes.

-Les tengo aprecio y cariño, sin que la empatía impida la objetividad. Los médicos nos estamos volviendo muy técnicos, pero no hay que olvidar el contacto humano con la persona que necesita recuperar la salud.

-¿Cuántas veces le han dicho que "me ha salvado usted la vida"?

-Hay enfermos que te lo dicen, porque la patología cardiaca es muy grave en un momento dado. En realidad, lo único que has hecho es prolongarles la vida, los que tienen mucho dinero lo olvidan deprisa.

-¿Y cuántas veces le han dicho que "pongo mi vida en sus manos"?

-Tiene algo de verdad, pero hay que huir del dramatismo. Un paciente me dijo que esperaba que yo no tuviera un mal día, le respondí que le convenía porque "será usted quien tendrá un mal día si yo no lo tengo bueno".

-¿Cuánto ha de cobrar el cirujano que tiene en sus manos el corazón de un banquero?

-En Estados Unidos, mucho, aquí no. En ningún momento he pensado puramente en el aspecto económico. No he mirado el lucro, pero se ha de pagar según la responsabilidad. Ni me he negado a operar a quien no pudiera pagarme, ni he perseguido a quien se fue sin hacerlo, algo que me ha sucedido más de una vez.

-Ni Castro interroga igual a la Infanta ni usted opera igual a Cruyff.

-Mira, cuando operé a Cruyff tenía otro paciente más grave ese mismo día, y se lo dije al entrenador. Me respondió que "quiero que me operes tú". Lo hice por la tarde, después de intervenir al otro enfermo por la mañana. Antepuse la prioridad médica.

-¿En el quirófano si algo puede ir mal, irá mal?

-Hay que confiar en que la ley de Murphy no se cumpla en el quirófano. Allí has de transmitir calma aunque tú no la tengas. A menudo me comentan que soy muy tranquilo, pero nadie sabe cómo soy por dentro. Más de una cosa les sorprendería, no soy una máquina.

-Ni usted puede salvarlos a todos.

-El enfermo ha de conocer el riesgo. Les doy el porcentaje de mortalidad y les recuerdo que "un uno por ciento no es pequeño, usted no se subiría a un avión si tuviera esa probabilidad de caerse".

-¿Los recortes en sanidad matan a enfermos?

-Pueden llegar a matar a pacientes. No sé si han llegado a hacerlo, es difícil saberlo. Hay que moverse entre el buen uso y el abuso de la sanidad. Cuando llegué a Mallorca solo existía Son Dureta, una situación netamente deficitaria. Ahora bien, ¿eran necesarios los cuatro hospitales actuales? Probablemente, no.

-No se escapará de Son Espases.

-Es un hospital muy grande, con muchas polémicas como sabes, pero ya está hecho, Miro hacia adelante, y hacia atrás solo para no repetir errores. Los profesionales hemos actuado así, con malos ratos, discrepancias y enfrentamientos duros con gestores y políticos.

-Bauzá se opera en la privada, por supuesto.

-He operado a multimillonarios en centros públicos. La pública actual se parece mucho a la privada y viceversa, con colas en ambas. Hay un cruce de caminos.

-No ha conseguido la facultad de Medicina.

-Es una lástima, Balears es la única comunidad junto a La Rioja que carece de ella. Se tira el dinero en otras cosas, y Rafael Moneo me destacaba la lógica de un hospital universitario tan cercano al campus de la UIB.

-Todavía hay gente que fuma.

-Y que siguen fumando al día siguiente de que los has operado del corazón. Hay dos drogas peligrosas, tabaco y alcohol. El botellón de los adolescentes no es banal para la salud futura.

-¿El niño enfermo obliga a no creer en Dios?

-La creencia en Dios y en la energía extraterrenal es muy particular. Ves cosas ante las que te preguntas si un Padre Superior debería permitirlas. No solo la enfermedad, también la maldad o la injusticia social. Creo que debe plantearles dudas incluso a los más creyentes, yo mantengo una lucha interior al respecto. Tras operar a su hermano, un catedrático me dijo que "el milagro es que tengamos salud". En efecto, has de aceptar los episodios de enfermedad, pero hay gente que ha nacido con muy mala suerte y nadie se preocupa de ellos.

-No ha tenido horarios, ¿esto es vida?

-Es una decisión que tomé conscientemente el día en que me dediqué a esto. Me he creado la obligación moral hacia los pacientes que te piden que les operes, en un trabajo del que me siento satisfecho y orgulloso. Con el tiempo crece mi remordimiento, por haberme dedicado demasiado a los enfermos y poco a los míos.