Ramón Martí y José Jorge Argüello, directores de las excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo en Na Galera, islote separado de la costa de Can Pastilla por unos escasos 175 metros, explicaron ayer los hallazgos encontrados muy cerca de donde discurre la vida cotidiana palmesana, con hoteles, restaurantes y bañistas, algunos desconocedores de la historia que esconde el yacimiento púnico más importante de la isla.

El proyecto de intervención arqueológica, que fue iniciado en el año 2012, sigue sorprendiendo a los voluntarios que van cada día al yacimiento. Hasta la fecha, los restos encontrados del edificio, datado en el siglo IV a.C y construido con grandes sillares de piedra arenisca de 5x5 metros, corresponden a una primera fase púnica. Este edificio fue destruido en algún momento del siglo III a.C y reconstruido posteriormente.

Un aspecto singular del edificio tiene que ver con la fase baleárica y la desaparición de los edificios púnicos: "La ocupación del islote por parte de los habitantes de Mallorca se produjo después de la destrucción de los edificios púnicos, probablemente en el contexto de la segunda guerra púnica ", apuntó Argüello. Pero no ocurre lo mismo en Na Galera que en Na Guardis, el islote también con restos púnicos, que se halla al sur de Mallorca, en la Colònia de Sant Jordi. Los directores creen que el hecho de que "fuese destruido" y no sencillamente ocupado puede aludir a su carácter ritual, a la voluntad de hacer "daño al enemigo destruyendo su lugar de culto".

Uno de los hallazgos más destacados ha sido una sepultura encontrada en una extraña disposición. El análisis profundo de los huesos concluyó que la muerte de la persona allí depositada fue violenta. Además, el cuerpo no se encontró acompañado de indicios de ritual funerario y es del todo "esclarecedora su posición hacia abajo, que alude a un cuerpo maldito, enterrado sin respeto", señaló Ramón Martí.

"Es en la época moderna cuando se constata una ocupación relacionada con la explotación comercial del substrato rocoso del islote en el siglo XVIII", determinó Argüello. Hoy en día puede observarse cómo hay restos de la explotación visibles en la piedra, cuya sustracción ha creado una piscina natural.

Las sorpresas son diarias entre el grupo de voluntarios, compuesto por antropólogos y una restauradora, ya sea por la propia excavación arqueológica, en la que han aparecido recientemente además de la cisterna ya encontrada, otra cavidad subterránea cuya función originaria todavía está por determinar; o por hechos producidos por sucesos no tan agradables que se relacionan con actos vandálicos de ciertos individuos que, en época estival, deciden ir al islote y estropear los restos centenarios, ya sea "lanzándolos a otros lugares como dentro de la nueva cavidad subterránea o sencillamente cambiándolos de lugar". De este modo el esfuerzo de estos arqueólogos voluntarios por salvar un bien cultural que es de todos queda mermado.

"Los comercios de la costa, que miran hacia el mar, tienen cámaras de seguridad enfocando al islote y las imágenes están siendo analizadas para la posible identificación", aseguró Ramón Martín.

La asociación sin ánimo de lucro Amics de Na Galera espera el apoyo de los mallorquines, que con una pequeña aportación anual pueden ayudar a que el pasado púnico de la isla quede restaurado y se conozca. En su página web pueden adquirirse camisetas con el motivo de la excavación.