Este libro sólo se le podría haber ocurrido a Pere Joan. No sólo por el fondo sino también por la forma. Digamos que 100 pictogramas para un siglo (XX) es la consecuencia lógica de sus trabajos anteriores, la síntesis más completa del lenguaje que venía manejando el mallorquín de un tiempo a esta parte. En este sentido, este "tratado de antropología" sobre el siglo pasado abordado desde la historieta es un paso más tanto a esos cómics pensamentales (tendentes a lo ensayístico, cada vez menos narrativos) concebidos por el autor como a su propio dibujo. "Para un dibujante de cómic, creo que trabajar con pictogramas es una derivación muy razonable porque es la máxima síntesis de dibujo, palabra y concepto", comenta. Un terreno en el que se ha adentrado y se ha sentido a gusto para experimentar y ampliar con libertad el sentido inicial de cada uno de esos iconos como si se tratara de un escritor que desarrollara las posibilidades de un nuevo alfabeto.

Las primeras páginas de este volumen, publicado por Edicions de Ponent, son esenciales para entender las motivaciones de Pere Joan: el autor está preocupado por la forma en que se explica y puede comprenderse el mundo y la sociedad. "A finales de 1999 me llamaba la atención que los resúmenes de lo que el siglo XX había sido se basaran principalmente en hechos históricos, en acontecimientos, y no en lo que las cosas son". Es decir, en las ideas, en las actitudes, en los comportamientos. A saber, en la esencia y en la naturaleza de las cosas. Ante este vacío explicativo y de método más profundo para aprehender el siglo XX, el autor de El aprendizaje de la lentitud se vio espoleado a elaborar un inventario de cien "ideas-fuerza" (cien por lo de siglo) a fin de definir el mundo contemporáneo. Y qué mejor manera para hacerlo que tirar del lenguaje más depurado y esencial -esencia en el contenido y en la forma van de la mano en el libro- que existe: el ideograma, el pictograma, el icono, "un lenguaje dominante y en expansión".

"Partí sobre todo de cuatro conceptos que fueron muy poco atendidos en esos resúmenes del siglo: la ética laica, la velocidad, el valor joven y el ascenso de la mujer", enumera. Bajo el paraguas de estas grandes cuestiones y algunas otras, el autor repara también, por ejemplo, en el individualismo, en la exacerbación del yo, en el ensimismamiento o en la notoriedad que se persigue hoy día como objetivo de vida. En algunos de estos pictogramas -que pueden leerse aleatoriamente-, se filtra en algunos momentos cierta crítica o un ligero posicionamiento ideológico del autor -nunca llegan a quebrar el tono del volumen-, pero sobre todo lo que exudan estas páginas es un manejo espectacular del humor. A veces cáustico. Sin embargo, cuando a Pere Joan se le cuestiona sobre si hay crítica en Pictogramas, él asegura que procura no juzgar y que cada vez le cuesta más hacerlo. "Por eso he optado por un inventario, aunque supongo que algunas de mis ideas es normal que se deslicen en los dibujos", reconoce.

El proceso de trabajo fue fluido, relata el dibujante, sin embargo los temas más sociales "me salieron con mucha explicación y me costó más sintetizarlos". En este campo, hay reflexiones sobre la democracia (en la viñeta de arriba a la derecha puede verse con bastante exactitud en qué ha derivado la democracia) o sobre el fin de las grandes utopías o totalitarismos, como el nazismo o el marxismo. También hay espacio para los inventos: la bomba atómica, "que fue cuando por primera vez se fijó la idea de que se podría destruir el mundo entero", o ´el´ invento en mayúsculas del siglo XX, "la televisión que permitió ver a distancia cosas que están pasando en otro lugar". Entre todos estos conceptos, "el que aún está por desarrollar más es el de la virtualidad", comenta Pere Joan.

Cuando le hablan de canon, el autor abre mucho los ojos. "No, éste es un libro para autoimpugnarse. No sé, a lo mejor llegaría a hacer otro con aquellos conceptos que la gente crea que me he olvidado. Este volumen es sólo una versión", aclara.

Ya se sabe que no hay buen libro sin debate: quienes acudan esta tarde a partir de las 19 horas a Can Danús (sede de Comerciants de Núvols), donde el propio autor y José María Nadal Suau presentarán Pictogramas, podrán comprobarlo. Uno de ellos, podría ser el de los valores y la ética "en el siglo de la aceleración, del más, más y más". "Yo soy polipensante [algo que se detecta en este cómic]: creo que en este mundo existen todas las cosas simultáneamente; es decir, hay mucho individualismo, pero también cooperantes, aunque se hayan metido en esta historia de la colaboración por autoestima", considera.

Cuando Pere Joan habla de ética laica -"algunos de sus principios están en una nube y aún no se han materializado"-, uno no puede evitar preguntarle por Camus, uno de los intelectuales más importantes del siglo XX. "No me he empapado lo suficiente para dar una opinión sobre él, pero leí un cuento que terminaba con una palabra escrita en una pared que no se distinguía bien si ponía solidario o solitario. A eso me refiero con lo que comentaba antes: ¿individualista o cooperante?, ah, amigo", exclama.

La juventud como virtud a preservar hasta el final de los días (impagable el dibujo de una pareja de más de cuarenta años vestida como adolescentes) -"si seguimos así supongo que se pondrá de moda que vayamos en pañales", bromea-, el culto al cuerpo, la sobrevaloración del amor romántico, la preponderancia de la imagen, las nuevas religiones (el dinero, las marcas, el hedonismo) o la burocracia (un aspecto en el que reparó con el libro ya cerrado) completan un volumen fruto de unas reflexiones surgidas a tenor de rascar en las actitudes o paradigmas de comportamiento que subyacen en los inputs que le llegan de los medios de comunicación, su principal fuente de inspiración. "Cuando en las noticias se nos habla de los logros de un deportista, por ejemplo, no se nos explica que querer ser el número uno es lo que mueve el mundo. Pues éste es un libro que en general está en contra del número 1".