Los gajes del oficio de princesa traen a veces desayunos con sapos. Esta semana las informaciones sobre Letizia Ortiz no giran alrededor de su forma de vestir, de su apariencia física, de la salud de su matrimonio o de la última película que ha visto. No, en esta ocasión las palabras sobre ella son mayores, tinta de grueso calibre: "Letizia es quien más ha presionado para que abdique el Rey", afirma Vanity fair citando a una amiga no identificada del monarca. El título del reportaje recuerda a una película del Hollywood dorado: Intrigas en palacio. Diez años después de aquel famoso "déjame terminar" que le soltó a su futuro marido al presentarse juntos ante los micrófonos que ella tan bien conocía, la princesa de Asturias es, según la publicación, una mujer que sabe defender su territorio y a la que una parte del hábitat de la Zarzuela no ve con buenos ojos. Según la revista, en La Zarzuela hay encuestas internas que la colocan en el último peldaño en cuanto a valoración pública se refiere, y eso que ninguno de los macroescándalos recientes que han salpicado a la Familia Real la han rozado. Como mucho, el reciente y hostil libro de un primo resentido al que nadie da mucha credibilidad. Pero, según fuentes de la revista, "hay un sector conservador que sigue criticándola y hay veces que la gente que más la defendía entiende que se ha vuelto demasiado distante". Letizia, pues, sola ante el peligro y supuestamente con escasos apoyos en el escenario de la Zarzuela.

Es en el entorno de amistades de la Princesa donde se fijan las defensas: "No es ni fría ni calculadora. Es profesional. Seguramente esos atributos en un hombre no serían tan peyorativos como en una mujer. No diría que es ambiciosa, es perfeccionista, pero no obsesiva. Vive todo lo que hace, es muy emotiva y le tocan las cosas. Se implica en todo al cien por cien". Quien sí da su nombre es José Carlos Sanjuán Monforte, trabajador del departamento de Protocolo de la Casa del Rey durante 17 años, quien afirma que "hay ocasiones en las que Letizia me provoca una sensación de orfandad, de que está sola. A veces parece que no tiene apoyo dentro de la Casa del Rey ni en la Casa Real. Cuando sea capaz no solo de ordenar, sino de mandar, las cosas cambiarán. La princesa modificará la imagen que tenemos de la Institución, pero está aguantando porque sabe que aún no ha llegado su hora". Una hora que, para algunos, la Princesa intentaría adelantar, como la amiga del monarca antes citada que no duda en tirar con bala y con la bula del anonimato: "El mayor enemigo del Rey está dentro de palacio. Es Letizia.

Ella es quien más ha presionado para que abdique". Más madera: Alfonso Ceballos-Escalera, vizconde de Ayala, y antiguo asesor de la Casa del Rey, afirma que existen bastantes trabajadores de la Casa que "no soportan a Letizia" pero descarta "un enfrentamiento directo con ella, eso significaría salir de Zarzuela en menos de 24 horas. Ahora, ningunearla, eso sí. Y ella lo sabe". No parece que esa hostilidad ocasional le quite el sueño a una mujer que tiene "mucho carácter y debe parecerle que la Casa va muy lenta o que el príncipe no se manifiesta. Por eso a veces se excede, sobreactúa. Ella, a diferencia de la Reina, quiere tener un papel. Es una apuesta que puede funcionar o no. Sin embargo, se le nota lo que piensa y lo que siente, y en ese estatus eso es un error. Su actitud incomoda a muchos". Lo que sí la afecta es cómo las presiones a las que es sometida afectan a su familia: "Os he metido en un lío por no haberme casado con un señor de Cuenca. Lo siento", afirma la revista que dijo a gente próxima una mujer que es consciente de sus puntuales "desplantes", que ella achaca, recurriendo a palabras de su abuela Menchu Álvarez del Valle, a un carácter que no disimula las aristas: "Sé que soy un cardo borriquero. ¡Perdonadme, por favor!"