Desde que Emiliano Aguirre convirtió los yacimientos de Atapuerca en un templo excelso de la paleontología humana, no han dejado de sucederse los hallazgos que baten records, desde las pruebas indiscutibles de la presencia más antigua de los humanos en Europa „en la Gran Dolina primero y la Sima del Elefante más tarde„ a los restos muy fragmentados de la Sima de los Huesos que constituyen la mayor acumulación disponible de individuos de una misma época permitiendo incluso entrar en comparaciones estadísticas. El último peldaño alcanzado es el de la obtención del ADN mitocondrial (mtDNA) del fémur XIII de la Sima de los Huesos, una hazaña que lleva hasta casi medio millón de años atrás la edad del material genético recuperado. Matthias Meyer, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva que dirige el padre de las técnicas de obtención de ADN fósil, Svante Pääbo, junto con los científicos a cargo de los trabajos de Atapuerca, han publicado los resultados en la revista Nature.

Un material genético tan antiguo se pensaba imposible de conseguir fuera de los yacimientos muy fríos y secos que permanecieron bajo el permafrost de las condiciones glaciares durante mucho tiempo. Pero las pruebas obtenidas con huesos de oso de la Sima abrieron una esperanza que ha llevado ahora a la obtención de material muy escaso, sí, pero suficiente para estudiar los procesos de degradación de los extremos de las secuencias de bases nitrogenadas en los que la transformación de la citosina en timina „que es el primer paso de la destrucción„ indica que se trata de ADN antiguo y no de una contaminación moderna.

Las secuencias recuperadas plantean un verdadero misterio al compararse con el resto del DNA mitocondrial disponible de los ancestros humanos: neandertales y denisovanos. Coinciden más con estos últimos „una población siberiana muy antigua de la que sólo se conoce su material genético porque los restos fósiles son minúsculos„ que con los neandertales. Pero se creía que los ejemplares de la Sima eran los antecesores directos de Homo neanderthalensis. ¿Cómo pueden estar más cerca de individuos que vivieron a miles de kilómetros de Atapuerca?

No lo sabemos; sólo caben las conjeturas mientras no se recupere ADN nuclear de la Sima porque el mitocondrial se hereda sólo por línea materna y es fácil que su huella se pierda igual que sucede con los apellidos, transmitidos por línea paterna, cuando una familia sólo tiene hijas. Tal vez el mtDNA de la Sima se perdiese en el tránsito a los neandertales. O puede que las poblaciones antiguas de Europa fueran varias y muy viajeras, dando lugar a proximidades y lejanías que no sabremos interpretar hasta que se cuente con materiales más completos. Sea como fuere, Atapuerca no deja de sorprendernos. Igual que sucede, ya que estamos, con la propia evolución humana.