"Un fotógrafo artista, explorador, sabio, generoso, creador constante que buscó permanentemente", son solo algunas de las apreciaciones que hace Biel Mesquida del "amigo y el fotógrafo de toda mi vida, Toni Catany", fallecido ayer en Barcelona. Se encontró mal y por su propio pie se encaminó al PAC de su barrio, el Raval. Le falló el corazón. Tenía 71 años.

Autor de una extensa obra, muy meditada, Catany siempre buscó la belleza en sus imágenes: "En el mundo ya hay suficientes cosas espantosas. No me atrae retratar lo espantoso, elijo la belleza", afirmó en una entrevista a este diario.

Sus fotografías eran "una fiesta permanente", describe el escritor y colaborador de este diario Biel Mesquida. En su mirada "Venecia es más Venecia; las payesas de Llucmajor y de Eivissa eran damas del Renacimiento. A mí me enseñó cosas invisibles".

Catany, que estaba muy atento a los pormenores de la creación del centro internacional de fotografía Fundació Toni Catany, aplazada sine die porque desde el Gobierno central se recordó el pasado mes de agosto que "las dificultades económicas lo retrasaban", tenía la intención de viajar hoy a Mallorca. Su último acto público tuvo lugar este pasado mes de junio en el Festival de la Poesia de Lloseta, en cuya clausura presentó su Portfolio dedicado al escritor Bartomeu Rossellò-Pòrcel.

"Estoy muy triste", señaló Mesquida. Así de simple y escueto. Parecido al sentir de tantos y tantos amigos y admiradores en su isla y fuera de ella. Como Maria del Mar Bonet, su alma gemela, a quien no se cansaba de retratar, Reconocido internacionalmente, en París "se le abrían todas las puertas", recordó Mesquida. Catany recorrió el mundo, pero cuando viajaba soltaba las cámaras. Solo las cogía cuando le encargaban un trabajo.

Nacido en Llucmajor el 15 de agosto de 1942, la carrera autodidacta en el mundo de la fotografía de quien iba para perito comenzó de camino a Barcelona, con el lance que hizo que dejara de observar las ilustraciones de Destino para convertirse en fotógrafo de la revista.

Premio Nacional de Fotografía en 2001 y Caballero de las Artes de Francia, a Catany le dolía la "avaricia" que destrozaba en su isla natal "la belleza por la que vinieron los turistas". Considerado uno de los cien mejores fotógrafos del mundo por la revista Life, se significó contra el cierre del Espai Mallorca en la Barcelona que habitaba. En el recuerdo más reciente, la donación de una de sus fotografías a la caja de resistencia con la que los profesores en Balears hacían frente a los rigores de la huelga.