Desde el momento mismo en que se descubrieron los restos de la cueva de Feldhofer, cerca de Düsseldorf (Alemania), los neandertales fueron tenidos por seres distintos a nosotros: ermitaños deformes, enfermos de idiotismo o brutos sin más. Cuando se identificaron como miembros de otra especie se mantuvo su retrato como seres brutales y simiescos. Los antropólogos que, con ánimo más abierto, combatían esa imagen optaron por considerarlos parte de nuestra propia especie y la polémica acerca de si lo serían o no se extendió a la largo de más de un siglo. Al cabo ha resultado que ninguno de los dos bandos, los que tenían al neandertal por una bestia y los que los veían como humanos corrientes, tenía razón. Al obtener el código genético de los neandertales se pudo por fin identificar su puesto dentro de nuestro género: eran una especie distinta pero tan cercana a la nuestra que hubo una mezcla esporádica de poblaciones neandertales y humanas modernos en Próximo Oriente hará unos 85.000 años.

Hoy no se tiene ya a los neandertales por meros brutos y cada vez se admite con mayor fuerza que les corresponde una especie propia. A partir de ahí se ha generado otra polémica diferente: ¿cómo serían sus capacidades mentales? El hallazgo de herramientas avanzadas en estratos muy antiguos de yacimientos ocupados sucesivamente por neandertales y humanos modernos planteó que esos primos carnales nuestros habrían sido capaces de fabricarlas. En ese sentido hablan los útiles de hueso, muy semejantes a los que usan nuestros artesanos para tratar las pieles, encontrados por Marie Soresi, Shanon McPherron y sus colaboradores en el Abri Peyrony y en Pech-de-l´Azé I (yacimientos franceses ambos) que han sido descritos en los Proceedings of the Natonal Academy of Sciences.

Atribuir una herramienta a un determinado autor es siempre una cuestión dudosa porque los hallazgos no contienen indicios suficiente de esa autoría. Los cerca de 50.000 años de esos útiles de hueso parecen ser anteriores a la presencia de los cromañones (humanos modernos) en Europa pero hay autores como Jean-Jacques Hublin que, en declaraciones a la revista Science, apuntan que se trata de fechas cuyo abanico de confianza puede coincidir con la entrada de nuestra especie en el Viejo Continente. Sin olvidar que otros defensores de la técnica muy depurada a disposición de los neandertales, como Francesco D´Errico, llevan años sosteniendo que no hace falta una mente avanzada para fabricar esas herramientas de piedra o hueso. Pero los neandertales „siguiendo a propio d´Errico„ fabricaban también colgantes perforando huesos y conchas para hacer collares. ¿Qué mente es necesaria para lograr algo así? Una muy cercana a la nuestra. O somos todos bestias, los neandertales y nosotros, o somos ángeles.