Pilar Citoler -dentista de formación- es conocida no sólo por los fondos artísticos que ha ido reuniendo a lo largo de su vida, sino también por ser la presidenta del Patronato del Reina Sofía cuando en España se eligió por primera vez a un director de museo cumpliendo el Código de Buenas Prácticas. La coleccionista participó el pasado viernes en la mesa redonda ¿Cómo se construye una colección?, celebrada en Es Baluard e integrada en el festival PalmaPhoto.

-¿Cómo se construye una colección de arte? ¿Es un acto más instintivo que racional o es justo al contrario?

-Hay que distinguir entre el coleccionista de antes y el actual. Los de mi generación somos muy pocos. En mi época había poca cultura del coleccionismo. Actuábamos por instinto y por gustos personales. También por intuición, y por afinidades o proximidad a determinadas galerías. Éramos absolutamente autodidactas e íbamos aprendiendo, visitando estudios, otras galerías. En el coleccionismo, el papel de las galerías es fundamental, porque las buenas son lugares pedagógicos que llevan a cabo una labor cultural muy importante. El coleccionista debe creer en las galerías y apostar por los nombres emergentes que serán el futuro del arte contemporáneo.

-Los galeristas pasan apuros porque el coleccionismo también está en crisis, sobre todo el español. ¿Cómo repercute la recesión a la hora de comprar?

-Ésta es una situación muy delicada, pero no podemos desfallecer. Nos tenemos que mantener y sostener las adquisiciones tanto las instituciones como los coleccionistas. Es cierto que las compras han bajado notablemente, pero resistimos heroicamente.

-Los museos sin presupuesto han dejado de contratar grandes exposiciones temporales. ¿Es hora de que las buenas colecciones tomen protagonismo?

-Sí. Sin presupuesto, hay que aportar imaginación, nuevas energías y sacar adelante otro tipo de fórmulas y proyectos. Ahora es el momento de que los centros que tienen una colección básica saquen esas piezas que a lo mejor nunca vieron la luz. También es el momento de saber enfrentarlas a otras. La verdad es que se pueden hacer muchos juegos y encuentros.

-Entonces, ¿estará teniendo muchas ofertas para mostrar su colección?

-Pues no más que antes. Las exposiciones actuales se van prolongando en el tiempo, hasta cuatro meses o más. Se controla mucho el gasto en los museos. Las adquisiciones han bajado, pese a ello ARCO resultó potente este año.

-Mucha gente daba por muerta esta feria.

-ARCO ha tenido cierta crisis. Pero en esta última edición ha habido una importante elección, todo estaba mejor distribuido. La verdad es que estaba cómoda la feria. Y fue interesante y muy buena. Los resultados económicos fueron favorables, no boyantes.

-¿A qué ferias va usted ahora?

-Las fundamentales son Basilea, y también la Bienal de Venecia, a la que iré en octubre.

-¿Tiene pensado mostrar su colección en la isla?

-Sí. De hecho, hay un proyecto para Es Baluard con Nekane Aramburu. Éste se pondrá en marcha cuando haya posibilidades de apoyo económico. Es muy probable que en cuanto se despeje el tema económico hagamos una exposición aquí.

-Al final, ¿quién albergará su colección: Córdoba o Zaragoza?

-Mi colección está en Madrid. Lo que yo impulsaba era la creación en Córdoba de un centro de arte contemporáneo. Mi oferta era entregar mi colección. Pero como todo depende de disposiciones políticas y llegó la crisis, se creó un parón. Luego Aragón me reclamó y estoy en conversaciones muy avanzadas para que la colección vaya al museo Pablo Serrano.

-Mientras usted era la presidenta del Patronato del Museo Reina Sofía se elegía por primera vez en España un director de centro aplicando el Código de Buenas prácticas. Salió Manuel Borja-Villel. ¿Ve un retroceso en la aplicación de este código visto lo sucedido recientemente en el MUSAC?

-Creo que la aplicación del Código es fundamental. El director de un museo debe ser siempre elegido en base a sus méritos y conocimientos. En este sentido, no creo que vaya a haber un retroceso con la crisis. Un parón económico, sí. Es más, creo que una buena elección de director mediante el Código puede llevar a un museo a levantar cabeza. No estamos en un buen momento: la voluntad política de apoyar la cultura está en cierto letargo.

-Y además la Ley de Mecenazgo tarda mucho.

-Siempre queda paralizada y pendiente.

-¿Qué sucede: acaso manda Hacienda por encima de Cultura?

-Pues sí. Cultura manda mucho, pero Hacienda manda más. Hay una especie de desencuentro que en algún momento se tendrá que allanar. Las circunstancias actuales son las idóneas para que salga adelante.

-Con la crisis, ¿los coleccionistas se vuelven más conservadores a la hora de comprar? En las subastas todo son récords de valores seguros: Miró, Picasso...

-Existe ese peligro. De todos modos, el público de las subastas no es el mismo que el de las galerías. Pero ambos confluyen en el mercado, eso sí. Sin embargo, la oferta nueva y emergente es muy ventajosa económicamente.

-Hay toda una nueva generación española que está coleccionando arte, formatos más baratos, nombres emergentes, desde los cien euros. ¿Está cambiando algo?

-Se puede ir haciendo una pequeña o gran colección desde abajo y de una manera muy sencilla. Todos deberíamos ser coleccionistas al nivel que cada uno pudiera, pero eso depende de la cultura que recibimos, de la educación en los colegios, de la sociedad en sí. Comprando arte emergente siempre corres el riesgo, pero si te gusta algo jamás ha de importarte el nombre del artista. Uno ha de comprar por pasión y por convencimiento propio.

-¿Alguna vez ha comprado por nombre?

-Es un error comprar por nombre. Pero también hay ahora coleccionismo de talón, de comprar en el acto. Pero yo eso lo considero inversiones. Son coleccionistas-inversores. El coleccionismo que yo he desarrollado ha sido pieza por pieza, exposición por exposición, día a día, con esfuerzos de todo tipo.

-¿Esos coleccionistas-inversores distorsionan el mercado?

-Evidentemente. Hacen subir los precios y los nombres.

-¿Damien Hirst será alguien en el mundo del arte dentro de cien años?

-Probablemente no será nadie, sólo una anécdota. Hay que fijarse en otros valores, en los valores intrínsecos del arte.