­Cuando uno ve Star Wars, sabe que sucumbir a Darth Vader es sucumbir al lado oscuro, una tentación que ha atrapado fuerte a los cineastas mallorquines Marcos Cabotá y Toni Bestard. Un hecho que les une y que, de momento, no les distinguiría de cualquier fan de la saga de George Lucas. A no ser que ellos tuvieran algo más que contarnos. Y es así: guardan un secreto, un enigma que han empezado a narrar en imágenes. Cuando el foco de estos dos extraños amigos (no en balde, han bautizado a la productora que les ha aliado Strange Friends, inspirada en los títulos de sus proyectos anteriores) atraviesa la máscara negra del maligno personaje de ficción, la tentación se hace historia humana, y, en sus manos, guión, metraje y documental (de 90 minutos); en definitiva, material para una cinta que, en la senda de Malik Bendjelloul en Searching for sugar man, rastrea las huellas del actor David Prowse, un antihéroe, un actor olvidado y desconocido que paradójicamente encarnó al villano más famoso de la historia del cine, Darth Vader.

La paradoja, tan productiva en el arte, y el drama latente y silenciado en Prowse (ese tipo de drama de quien se sabe célebre pero desconocido, a fin de cuentas), cuya voz siempre fue doblada (en concreto, por James Earl Jones, "porque decían que tenía acento de campo", confiesa el mismo Prowse) y cuyo rostro jamás fue visto en la gran pantalla fueron las anomalías (las buenas historias siempre son problemáticas dicen los novelistas) de las que tiraron Cabotá y Bestard para hilvanar un documental que podría estar terminado a finales de año, de cara a competir y proyectarse en algunos festivales y con motivo del 30 aniversario del estreno de El Retorno del Jedi. Una condición que se cumplirá siempre que el tándem de directores consiga la financiación que les falta. Un óbice contra el que han empezado a trabajar. Por eso, presentaron ayer mismo una campaña de crowdfunding en la plataforma Verkami (en pocas horas recaudaron casi 5oo euros) con el fin de conseguir los 18.000 que precisan para acabar esta cinta, producida también por Nova y Singular Audiovisual. Si alcanzan la cifra, en pocos meses podrían rodar el 35% de metraje que necesitan.

A estas alturas de artículo, es posible que algún fan de Star Wars se haya puesto ojiplático al leer que jamás se le ha visto el rostro a Darth Vader, y tendrán razón. El rostro que se mostró en el cine del villano, cuando se le retiró la máscara en El Retorno del Jedi, es el de un actor, de acuerdo, pero no es el de nuestro hombre, no es David Prowse. En realidad, George Lucas decidió cambiar de intérprete en el último momento, una decisión dolorosa aún para el actor británico de 77 años, a tenor de su testimonio en el documental -Descubriendo a David Prowse (Finding David Prowse)-, cuyo teaser se estrenó ayer en internet.

Las declaraciones del propio Prowse las han tomado los cineastas en sus viajes a Londres (en concreto al barrio del actor, Croydon). Cuenta Cabotá que contactó por mail con el intérprete, quien desde mediados de los ochenta se desplaza cada fin de semana a las convenciones de fans de Stars Wars para firmar autógrafos. "En seguida nos contestó [le conoció previamente, en 2005, en el Festival de Sitges] y se mostró abierto a que hiciéramos un documental sobre él". "Es más, nos extrañó mucho que jamás se le hubiera hecho uno", comentó Bestard, "porque en Inglaterra es muy conocido. Hizo una campaña de seguridad vial durante muchos años, incluso la reina le condecoró, fue campeón de halterofilia y tuvo un papel en La naranja mecánica de Kubrick". Así las cosas, ambos se documentaron y a medida que arrancaron fueron reparando en la magnitud de la historia que tenían entre manos. "Vimos que había que enfocarlo de manera internacional y que podía ser un guión con un interés más allá de los fans de la saga", apuntaron. La relación de amor y odio que mantiene Prowse con la máscara (en el fondo, una cárcel divina), la figura de Vader como icono de la cultura popular así como otros elementos sorpresa que los directores no quisieron desvelar marcan las líneas argumentales del documental, también rodado en Orlando, Madrid y Mallorca.