Juan de Santiago y Juan Carlos Cabanach comparten profesión, los dos son investigadores privados desde hace muchos años. De hecho, son los más veteranos en la isla. Cada uno en su estilo y con medios muy diferentes, pero con un mismo objetivo: resolver dudas. Juan de Santiago es el único investigador de Detectives Record y cuenta con una secretaria y un despacho como única infraestructura. Cabanach está al frente de una gran agencia con una docena de detectives y un centenar de colaboradores especialistas en distintas áreas, entre ellas la ciberinvestigación. Ambos coinciden en que sus colegas de Método 3, la agencia catalana que supuestamente espió a personajes conocidos y a políticos para elaborar informes ilegales y por los que han sido detenidos el director de la empresa y otros trabajadores, les han hecho un flaco favor y sólo han contribuido a desprestigiar su profesión.

De Santiago conoce personalmente a los fundadores de Método 3, que define como "un grupo paramilitar de espionaje amparado por políticos y policías corruptos". Asegura que el resto del colectivo profesional les había advertido de sus malas prácticas... Y es que, como explica Cabanach, la revelación de secretos, investigar las vulnerabilidades de una persona, sin una justificación, es ilegal... "No se puede encargar un informe de vulnerabilidades de un chico que pasa por la calle porque sí... Nosotros hemos podido trabajar para un equipo de fútbol como si fuera un control laboral. Si un jugador tiene partido el domingo, no puede estar el sábado por la noche de juerga en Tito´s. Hacer un informe prematrimonial es legal, igual que hacerle un seguimiento a Piqué por encargo del Barça. Lo que no sería legal es hacer un informe encargado por el club sobre cuántos gin-tonics se toma Shakira, porque Shakira no es nada del Barça". Debe existir, por tanto, un vínculo (familiar, sentimental o laboral) con la persona investigada para realizar ese tipo de informes.

¿Y en Balears? ¿Encargan los políticos informes sobre otros políticos? La respuesta de Juan de Santiago es contundente: "Los de aquí tienen muy poco nivel, todos, son muy mediocres. Afortunadamente no son como los de Madrid y Barcelona". Recuerda una única investigación relacionada con la política: "Hace muchísimos años, estuve en un caso en el que dije ´yo, aquí, no juego´€ Querían saber si había micrófonos en dos despachos y un domicilio".

Contraespionaje

La agencia fundada en 1968 por Jaime Cabanach, padre de Juan Carlos, tiene un ingeniero especializado en contraespionaje que realiza barridos, detección de micrófonos y software espía. Si en el restaurante La Camarga de Barcelona se instalaron aparatos para espiar a políticos, Cabanach explica que su función es precisamente la contraria: evitar esa intromisión en la privacidad de sus clientes. "Tenemos una empresa que antes de cada consejo de administración quiere que hagamos un barrido. Y hemos colocado inhibidores de radiofrecuencia en restaurantes donde va a haber una reunión de negocios y el cliente no quiere que se filtre nada", matiza el detective.

Otra cosa muy diferente es investigar posibles delitos en los que esté implicada una administración pública, siempre a instancias de un afectado, como sí han hecho las dos agencias. Detectives Cabanach ha investigado y constatado la existencia de vertederos ilegales y también fueron ellos quienes descubrieron los escombros de Can Ganxo enterrados en Cala Tuent, tras el derribo ordenado por Costas.

Según Cabanach, "un detective puede ser de ayuda en muchos casos, para buscar a un viejo amigo, resolver un problema entre vecinos y descubrir quién es el que raya los coches, ayudar a personas a las que les desaparece dinero, o que les han captado una secta, incluso para el propietario de un piso de renta antigua y que sospeche que su inquilino está alquilando las habitaciones y metiendo a veinte personas...". También han investigado y demostrado el fraude en la escolarización de niños a instancias de padres que se habían quedado sin plaza en el colegio.

Su trabajo debe mantenerse en los límites de la legalidad, de lo contrario no serviría como prueba ante un tribunal, donde acaban muchos de sus casos, hasta un 95 por ciento, según el fundador de Detectives Record. "En el juicio es la prueba o su ausencia lo que determina la sentencia", añade. Durante una investigación se puede rozar la ilegalidad cuando el detective se deja llevar por la emoción de estar cerca de conseguir la verdad, pero debe tener muy presente que cualquier irregularidad en su trabajo puede servir para invalidar la prueba. "Los detectives siempre estamos al filo de la navaja", añade De Santiago.

El despacho de Record es el que cualquier aficionado a la novela negra podría imaginarse para un investigador privado. Austero, mesa de despacho con ordenador, otra llena de papeles y una pared decorada con bastantes diplomas, títulos y menciones honoríficas. En el perchero, cuelgan las fundas de varias armas. Este investigador asegura que el tiro le apasiona y que si saca el arma es para utilizarla. Hasta ahora, no ha tenido que disparar nunca. De Santiago también dice que le apasiona la lectura y que ha releído varias de las novelas de Vázquez Montalbán, aunque él se siente más identificado con otro detective muy mediático: "Mi sistema de investigación es el de Colombo, el de aburrir a la gente hasta que confiesa, de trabajar el entorno, de contrastar€ Es la única forma de llegar, no te puedes fiar de la primera impresión".

La agencia de Cabanach es totalmente diferente a simple vista, en dimensiones y medios tecnológicos. Juan Carlos empezó de niño a respirar la profesión, viendo cómo trabajaba su padre. Recuerda un caso que llevaron juntos en Menorca. "Había un hombre que por un accidente decía que no podía caminar, iba en silla de ruedas. Era gitano y mi padre se hizo amigo suyo... y acabó haciéndole bailar". Personas que dicen estar ciegas y conducen, maridos que quieren demostrar la infidelidad de sus mujeres y los infieles resultan ser ellos... Son muchos los casos.

Las investigaciones

Hay casos que se resuelven rápido, en cuestión de horas, pero otros no finalizan nunca, como el de Ana Eva Guasch, la joven profesora desaparecida en 2001. De Santiago, que investigó esta desaparición, echa la culpa al ex inspector de Policía José Gómez, condenado posteriormente por el caso Son Banya, y le hace responsable de que no se pudiera coger al culpable.

Otras investigaciones requieren meses de seguimiento, como el del asesinato de una azafata italiana en Eivissa. "El autor nos lo confesó después de una noche de juerga", explica Juan Carlos. Previamente, los detectives se tuvieron que desplazar a la isla vecina, diseñar una estrategia, contactar con el sospechoso, hacerse amigos hasta el punto de compartir confidencias... A la pregunta de qué siente uno cuando un asesino se confiesa ante él, Cabanach no duda: "Plenitud. Los padres pudieron descansar, se pudo hacer justicia y yo cumplí con mi trabajo".

La infidelidad es un clásico en las investigaciones ("el 85 por ciento de los contratantes son mujeres", matiza De Santiago), pero la crisis ha hecho incrementar los casos de control laboral, de competencia desleal, de investigación de pérdidas desconocidas de dinero y género en establecimientos.

Después de años de trabajo, las anécdotas son muchas, y algunas exentas de todo halo de misterio. Juan de Santiago investigaba un posible fraude cuando tuvo que sumergirse en la basura de Son Reus, hasta hallar restos de los muebles que habían tirado tras una explosión en un chalé. El propietario había declarado que eran antigüedades y que las alfombras eran persas. La única forma de hallar las pruebas era ir al vertedero y localizar la zona donde había sido volcada esa basura. "Tres días escarbando en la mierda... Las gaviotas ya me conocían", explica De Santiago sin intentar maquillar la situación. El investigador sacó en claro que ni había antigüedades, sino muebles viejos, que las facturas de compra de las alfombras eran falsas y que el chalé se alquilaba ilegalmente€

Y también hay casos que dejan tiempo para disfrutar. "Una Semana Santa me fui a Barcelona, a intentar localizar a una especie de médico que vendía un remedio, porque lo buscaba el hermano de uno de sus pacientes. Fueron muchas horas, muchas copas€ pero al final lo localicé en el ensanche de Barcelona, en casa de una señora. Es de los casos en que mejor me lo pasé", confiesa. Al más puro estilo Carvalho -De Santiago defiende la teoría de que "una mente no puede trabajar sin un estómago bien alimentado y bien regado"- llevó a cabo ese trabajo y tuvo tiempo de hacer turismo junto a una "secretaria". Pese a que profesionalmente ha habido tiempos mejores, afirma que como detective "se trabaja, pero se vive bien".