Si uno echa la vista atrás se da cuenta de que esto de las redes sociales no es algo nuevo. Tal vez no fueran redes sociales tal y como las entendemos hoy en día, pero eran reuniones de personas en torno a un interés común, aunque sin ordenadores ni teléfonos inteligentes de por medio.

Desde los famosos Gentlemen´s Club londinenses del siglo XIX hasta las asociaciones de damas de la deprimida América de la primera mitad del siglo XX, siempre ha habido grupos de ´amigos´ con intereses comunes. Las redes sociales del siglo XXI han conseguido algo imposible hasta la llegada de la era de internet: unir a millones de personas de diferentes puntos del planeta.

Estas nuevas estructuras sociales se han convertido en algo que va mucho más allá de compartir un interés común o unos conocimientos. Las actuales redes sociales son canales de comunicación que permiten estar en permanente contacto a personas de todo el mundo a través de una comunicación plural en todos los sentidos.

Pero si las redes sociales han evolucionado hasta el infinito en la actualidad, es gracias a sus dos valedores más importantes: Facebook y Twitter. En las antípodas una de otra, tanto en funcionamiento como en organización, lo que más destaca de ese antagonismo es que las diferencias llegan incluso a los propios usuarios.

Pese a esas diferencias, ambas plataformas pueden llegar a ser igual de útiles tanto en entornos profesionales como personales. Patri Bárcena, asesora y formadora en Marketing Online, lo tiene claro: "Conozco casos de personas que han sacado partido profesional a Facebook y otras que le tienen alergia. Lo importante sobre todo es saber usarlo y a partir de ahí elegir si nos es útil o no", afirma la mallorquina.

Aunque también es cierto que basta echar un vistazo a un muro de un usuario de Facebook cualquiera para ver que no tiene nada que ver con el timeline de Twitter, la red de microblogging. El usuario medio de una y otra plataforma suelen ser radicalmente distintos.

Aunque no todo el mundo piensa así. Algunos gurús del mundo de las redes sociales como Mauro Fuentes -@fotomaf-, responsable de SMM -publicidad en redes sociales- en Bassat Ogilvy Comunicación, opina que Twitter no es tanto una red social como "un entorno de comunicación donde poder crear diferentes redes sociales". Posiblemente esta sea la razón de que el usuario medio de Facebook no tenga nada que ver con el de Twitter.

Facebook, la omnipresente red social creada en febrero de 2004 por Mark Zuckerberg, Andrew McCollum, Dustin Moskovitz y Chris Hughes ha calado profundamente en todos los ámbitos de la sociedad mundial. Con más de 1.000 millones de usuarios activos en todo el mundo y más 15 en nuestro país, Facebook se ha convertido en una especie de club en el que lo único que importa es tener amigos, cuantos más mejor. Es el regreso a un instituto virtual en el que lo más importante es ser el más popular de la clase. No es extraño pues, que con tantos usuarios y potenciales clientes, se haya convertido en el objetivo principal de las marcas. "Para muchas marcas seguro que es negocio", afirma Javier Esteban -@javimonsalupe-, director de e-ven Top y una de las voces más importantes en las redes sociales de nuestro país.

El usuario medio de Twitter, sin embargo, es una persona más profesional. Según Héctor Romero, socio de la empresa mallorquina C3PO Compañía de Ideas, Twitter permite "tener acceso directo a la opinión de los mejores especialistas de cualquier materia, con la posibilidad de conversar con ellos sin restricciones, y Facebook cada vez se asocia más al ocio, al ámbito más privado del individuo". Pero no siempre es así. No es nada raro encontrarse en la red de microblogging Twitter con usuarios que cuentan qué están desayunando, qué música escuchan mientras se duchan o que critican a su pareja por la última bronca doméstica.

Ni todo es blanco ni todo es negro en Facebook y Twitter. Al final de lo que se trata es de encontrar un gris equilibrio que nos permita disfrutar de ambas redes sociales en lo personal y que puedan ser eficaces herramientas en lo profesional. Aunque al final uno siempre tiene su preferida.