¿Crisis o sensación de crisis? En ambos sentidos la percepción es la misma: cada vez hay más personas preocupadas en exceso acerca de la coyuntura económica actual, y eso se traduce en un aumento de los trastornos de ansiedad, depresión, estrés laboral e incluso miedos más complicados como la agorafobia o conductas agresivas. Expertos en psicología clínica consultados por DIARIO de MALLORCA coinciden en afirmar que la tendencia ha ido incrementándose paulatinamente en la isla al ritmo de la llegada de la crisis, pero no justifican establecer ninguna línea de causalidad.

"No dispongo de ningún dato estadístico o epistemológico, pero sí puedo decir que la tendencia es así no solo en Mallorca, sino en toda Europa", afirma Juan Antonio Crespí Juan, psicólogo especializado en trastornos de conducta y ansiedad. "Está claro que cualquier factor estresante afecta mucho más a una persona que ya es vulnerable de per sí en lo social, económico o personal". Y esto se veía venir, continúa. "Tiene que ver con el sistema que tenemos, en el que los niveles de competencia son cada vez mayores y donde, si no se obtienen unos logros y unos resultados, lógicamente se produce un hundimiento, tanto de la persona como de la sociedad", opina.

Aunque no se pueda establecer una relación directa o lineal, una de las consecuencias que se extrae tras el sondeo con los profesionales del sector es que el brote de pacientes que acuden a las consultas de Mallorca buscando soluciones a sus estados de apatía o frustración es un problema "multifactorial" al que la gastada palabra crisis afecta como en muchos otros ámbitos. "He notado más crispación", reconoce Maria Franco, experta en recursos humanos y psicología de empresa. "No es tanto la crisis en sí como los miedos que se generan del exterior, que tocan las preocupaciones de cada individuo", explica. "Prima de riesgo, ERE, rescate... todo el día se está bombardeando en los medios con información negativa que acaba activando sus propias neuras, sus propios mecanismos de defensa", sostiene.

La agorafobia

Y esas reacciones naturales de defensa que el cuerpo genera pueden llegar a ser extremas. A veces los miedos alcanzan una envergadura considerable, como es el caso de la agorafobia o pánico a los espacios abiertos. "No me atrevo a decir que se han doblado, pero el aumento de episodios de ansiedad ha sido muy notable", asegura Vicente Alcántara. Este colegiado con consulta en Palma pone de manifiesto un aspecto intrigante, ya que muchos de estos casos de ansiedad aguda derivan en una agorafobia. Hay pacientes, por ejemplo, con un estado de estrés laboral muy pronunciado que empiezan a experimentar situaciones que se conocen como la evitación. "Frenan sus impulsos de asistir a según qué espacios como cines, supermercados e incluso el propio trabajo, porque le resultan desagradables". Es entonces cuando si no se soluciona a tiempo, llega un momento en que el individuo rechaza cualquier oferta de salir de su casa. ¿Pero cómo relacionaríamos este fenómeno con la situación económica actual? Los incontables y silenciosos abusos que se cometen en algunas empresas son soportados por los trabajadores con miedo a perder su empleo. "Y el trabajo es junto con la familia y la pareja, uno de los pilares fundamentales de las personas. Por eso, si uno de esos falla, automáticamente empiezan a surgir ciertos pensamientos negativos que, dependiendo de la edad del paciente, hacen que se sientan "inútiles", ya que por su edad o no encajan en la línea de mercado pues se ven "algo mayores para encontrar un nuevo trabajo" o "demasiado jóvenes" para jubilarse, explica.

La política como detonante

Y para apoyar estas conclusiones sobre los índices de agresividad experimentados por los profesionales en consulta, he aquí algunos datos de la reciente Memoria Fiscal que este periódico publicó durante semana. Según la citada, el índice de criminalidad en Balears creció el año pasado más de un 33% en relación a 2010, y la retrospectiva señala que este fenómeno ha ido ascendiendo progresivamente coincidiendo con la entrada de la crisis. En su mayoría, aumentan los casos de faltas, como peleas vecinales, riñas callejeras, carteristas y otros hurtos. Estos ascienden a 28.695 frente a los 21.176 denunciados en 2008. Incluso las sustracciones en supermercados, donde a menudo los culpables son familias de clase media que hasta entonces no tenían ningún antecedente.

"La política es otro de los temas que aparece como un grave detonador de trastornos en las consultas", explica Crespí. Los pacientes llegan con una crisis de valores, puesto que no entienden "cómo los políticos pueden demandar un esfuerzo a la gente cuando no son capaces de crear modelos eficientes de integridad personal", añade. En su opinión, los cuarenta años de ejercicio democrático en España no son suficientes para depurar, en comparación con el "siglo" que llevan otros países anglosajones.

Una "millonada" para Europa

El coste de los trastornos mentales para Europa es, según el último informe de la revista que edita el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, una "bomba de relojería" para la Unión. Por poner un ejemplo, Crespí cita los trastornos del estado de ánimo, con un coste de 113.405 millones de euros, siendo el grupo de diagnóstico analizado que lidera la lista de los problemas de salud mental más caros. En cuarta posición se encuentran los episodios de ansiedad que además superan en coste a otras dolencias como la esclerosis múltiple o los tumores cerebrales. "Si a todo esto le sumamos los recortes, cada vez mayores, y que mengua el déficit de atención sociosanitaria, esto no va a parar de crecer", aventura.

"Está claro que son muchos los factores que están en juego, pero todo se soluciona de la misma forma: aumentando los recursos personales a través de la inclusión de nuevos valores y virtudes, al tiempo que se fomenta la competitividad personal a nivel individual, grupal y social", aconseja.

Y en ello coinciden todos los expertos preguntados. Montse Escobar, psicóloga humanista vinculada a la terapia Gestalt, aboga por trabajar "muy de cerca" con el paciente, de modo que no sólo se consiga que éste tome las riendas de su cuerpo una vez "identificados" los síntomas de ansiedad, estrés o fobias. "Es necesario llegar a la raíz, al por qué ocurre ese problema", explica. "La gente acude al psicólogo como cuando va al fisioterapeuta, es decir, cuando han acumulado distintos males y ya no pueden más". Reconoce que la pérdida de empleo y la falta de recursos económicos son "añadidos" que antes no se escuchaban en su despacho, pero al final todo se reduce a "trabajar durante la terapia". Luchar hasta encontrar la manera de salir, que a veces pasa por la "aceptación" y enfrentarse a los miedos, evitando "el evitar", insiste.

No son tiempos fáciles. Hay situaciones que frustran porque el solucionarlas, no está en manos de los propios individuos. Pero debemos aprender a "explorar nuestros recursos" y aprender a consolidarlos. "Sólo así superaremos todo cuanto se ponga por delante", animan.