El bosón de Bosé es el quantum de belleza, la partícula Diosa. No hay hijo o nieto de Doña Lucía desmarcado de un estigma que nunca consigue ser banal. Olfos y gibelinos están obligados a acomodarse al canon, aunque sólo aspiren a saciarse de la vida loca ibicenca. Adonis Olfo se adelantó el apellido materno, despidió a la Afrodita eslava y su físico recuerda a un Elkann, un Kennedy o demás linajes que no descendieron al mundo para sufrir. Su nombre reclama el punto G. Con mayúsculas.