Ésta era una crisis previsible, más ideológica que económica y que se sustenta sobre la creación de un sentido de culpa colectivo por los supuestos excesos cometidos. Todo eso sostiene Ernesto Ekaizer (Buenos Aires, 1949), periodista económico de larga trayectoria, hoy habitual de algunas tertulias televisivas y radiofónicas. Lo explica, de forma prolija y precisa, al estilo del ensayo periodístico anglosajón, en Indecentes. Crónica de un atraco perfecto (editorial Espasa).

–El debate económico europeo empieza a adquirir tintes violentos. Angela Merkel afirma que no habrá eurobonos "mientras viva", lo que no se sabe si una invitación al magnicidio.

–Merkel nunca abrigó ninguna esperanza sobre los eurobonos, que tienen ahora su momento mediático. Esa mutualización de los riesgos es el objetivo lógico de una política de unión monetaria y fiscal, pero no es una respuesta a la crisis actual, lo máximo que conseguiríamos es promediar los intereses entre lo que paga España y Alemania y, aun así, seguiríamos pagando un interés muy elevado por la deuda. Lo que Merkel nos dice es que para que haya eurobonos primero tiene que existir una Europa germanizada, sin déficit público. Eso no se conseguirá en un horizonte de veinte o veinticinco años, lo que, a tenor de su edad, desborda la probabilidad media de vida.

–Krugman nos colocaba estos días casi en el epicentro de la historia al afirmar que "España es el lugar donde se decidirá el futuro de Europa".

–Ese papel lo comparten España e Italia. Las diferencias son que allí no hubo burbuja inmobiliaria, y aquí, pese a lo que está cayendo, con el aumento de las prestaciones de desempleo y la reducción de ingresos fiscales, tenemos una deuda pública muy saneada, por debajo de Alemania o de Francia. El Gobierno de Rajoy podría incluso darse el lujo de asumir los 100.000 millones del rescate a la banca pública y, en el quinto año de la crisis, nos colocaríamos en la deuda media de la eurozona. Es una injusticia convertir el problema de la deuda en el problema de España. Éste es un asunto central y los ciudadanos tienen que reaccionar frente a esa versión alemana de la explicación de la crisis, que se convierte en una mentira y una estafa.

–Ésta sería, entonces, una crisis con un componente más ideológico que económico.

–Exactamente. Keynes dijo algo así como que en todo político siempre influye algún economista muerto. Todo el peso de la escuela austriaca, de Hayek y demás, es clarísimo en el discurso público de los responsables alemanes. La lógica alemana, que es arrolladora y cerrada, se sustenta sobre la idea de que paguen las economías periféricas que supuestamente no son eficientes. Hay una perversión, esto se parece al reverso de las reparaciones que se le impusieron a Alemania tras las dos guerras mundiales. Ahora da la impresión de que ellos tienen la solución económica final. Yo lo rechazo, porque no está acreditada la bondad de su método.

–¿Estamos asistiendo a la constatación de que el euro fue un error?

–Tal como fue concebido fue un gran error. No se tuvieron en cuenta determinadas advertencias, porque existía una voluntad de los principales beneficiarios de la moneda única, es decir, Alemania, de que eso saliera adelante y los problemas se iban a resolver solos. Los creadores del euro no concibieron la posibilidad de una crisis económica y financiera como ésta. El problema de fondo consiste en que no tenemos un banco central que apoye a los gobiernos de la eurozona. La política de austeridad aplicada a rajatabla es la génesis de la crisis cuya evolución amenaza ahora la existencia de la eurozona.

–La banca es un elemento crucial de esta crisis y da la impresión de que desde 2008 se ha estado mirando para otro lado a la espera de se arreglara con el tiempo.

–Para mí, el problema en origen no es la banca, sino la política deflacionista que agrava la caída de la economía. La banca es responsable, el actor principal, de la expansión de la burbuja inmobiliaria, y está sufriendo sus consecuencias. El segundo responsable es el Banco de España, cuya política yo califico en el libro de homicidio por negligencia o por imprudencia.

–Y ahora quedamos a la espera de la recapitalización de la banca.

–La recapitalización no va a resolver el problema, porque nadie en estos momentos está pidiendo créditos, y la gente lo que quiere es minimizar sus deudas. El problema es la política, y si no sustituimos la exigencia de austeridad por una tendencia expansiva estamos fritos.

Un nombre propio. Primero, Rodrigo Rato, ¿una lumbrera económica o un gran fracasado?

–Podemos hacer una reevaluación de Rato con fundamento, hay ya perspectiva de lo que ha pasado. Una parte de la política económica que Rato defiende como ministro condujo a la burbuja inmobiliaria, cuya existencia él siempre negó. Su gestión en el FMI fue nula. En Caja Madrid repite el mismo patrón de conducta, comete los mismos errores. En la operación de Bankia se le asigna un sueldo de 2,3 millones de euros, ocho veces más de lo que cobraba en el FMI. Rato, que sabe de banca y tiene experiencia, es consciente de que esa fusión de cajas no resulta viable; pero en lugar de irse a su casa acepta la operación por efecto de ese incentivo perverso que es su retribución, convencido de que el Gobierno lo va a ayudar, y en Bankia se produce una gestión desastrosa.