Calurosa y reivindicativa. Así comenzó ayer la XXX Fira del Llibre y la 23 Setmana del Llibre en Català, dos encuentros culturales que por primera vez en su historia se celebran conjuntamente. Las altas temperaturas, más propias del verano que de la primavera, unidas a las denuncias que lanzó el pregonero de este año, en especial en defensa de la lengua catalana y la cultura, convirtieron el Parc de les Estacions en un auténtico "horno". Se pidió la vuelta al passeig des Born, se exigió la colocación de una carpa gigante en la que protegerse del sol y se aplaudió la acción de los indignados del 15-M, que pancartas en mano, subidos a la mediana de Avingudes, lograron que casi todos los coches que pasaron por allí pitaran "contra los robos de los bancos".

El actor Joan Miquel Artigues, actor y creador manacorí, protagonista de series como Laberint de passions, de IB3, o El secreto de Puente Viejo, en Antena 3, pronunció uno de los pregones más aplaudidos de los últimos años. "En un momento histórico en el que la situación económica es la consecuencia de la obscenidad consumista, de la mala gestión de nuestros gobernantes, de los delirios de grandeza de una banca que ha resultado ser un fraude (...), nos quieren entretener con una agresión contra nuestra lengua y cultura", señaló con sus primeras palabras Artigues.

Su lectura fue seguida con mucha atención por el público, que le interrumpió varias veces con aplausos, y con cara de circunstancias por las autoridades del PP, entre ellas el regidor de Cultura Fernando Gilet. "Hay un sector político que no acepta la realidad pluricultural y plurilingüística, y que lucha con todo por un Estado-nación centralista, monocultural y con una única lengua oficial", continuó el pregonero.

Artigues formuló preguntas a su auditorio –"porque es extraño que olvidemos tan pronto la tomadura de pelo de las autopistas, los AVES, los aeropuestos con 15 pasajeros, o el Palma Arena"– y les aseguró que él no se los cree: "Os aseguro que no tenemos un problema de convivencia. Me fio más de los ciudadanos que de quienes nos gobiernan".

"Tampoco –añadió– tenemos un conflicto lingüístico (...) Ojalá pudiéramos conocer no dos sino 10 lenguas. Porque es la cultura lo que defendemos. Eso sí, la nuestra, la pequeñita, la maltratada lengua catalana, la tenemos que cuidar aún más".

El momento más incómodo para algunos gobernantes presentes en la inauguración, en la que por cierto había presencia policial, en previsión de alguna acción de protesta inesperada, llegó al final del discurso de Artigues: "Defender la cultura no es ningún delito. Y espero no ser detenido por atentar contra la autoridad, como ha pasado estos días con las personas que querían manifestarse pacíficamente a favor de la llengua (...). Desde la autoridad se ha creado un clima de crispación que no era necesario en absoluto, y menos en un momento en el que tenemos otras preocupaciones más importantes que retornar a un conflicto que se remonta a la época preconstitucional".

Solo Francesc Sanchís, presidente del Gremi de Llibreters, que portaba en su chaqueta un lazo por la llengua, sonrió y aplaudió la intervención de Artigues. Y eso que antes, tanto Gilet como la directora general de Cultura del Govern, Bel Cerdà, repitieron en numerosas ocasiones la palabra "llengua". "Nuestra cultura, nuestra lengua, siempre tendrá nuestro apoyo", aseguró Gilet.

La inauguracion oficial finalizó con la entrega de un vale de 150 euros para la compra de libros a las dos estudiantes de la Escola Superior de Disseny de Balears que han creado los carteles de la Fira y la Setmana, Elena París y Cristina Pagès.

Ya entre corrillos, escritores, editores, libreros y lectores analizaron lo que acababan de escuchar. "Ha sido un pregón valiente, porque es necesario llamar a las cosas por su nombre", valoró Francesc Moll. "Me ha encantado, ha dicho lo que tocaba decir", opinó Laia Alegret, del expositor Drac Màgic. "El pregonero ha dado caña, aunque en realidad los que dan caña, con tanto recorte, son los políticos", comentó un lector, Joan Pons.

La crisis pasó factura en la apertura y fueron pocos, "muy pocos", quienes se animaron a sacar la cartera. "Las ventas siempre son flojas el primer día y remontan el primer fin de semana", tranquilizó la gerente de Quart Creixent, Miquela Serra.

Aún así, algunos libros tomaron distancia, colocándose entre los más vendidos Memòria d´uns ulls pintants, de Lluís Llach; La mar no sempre tapa, de Sebastià Bennàssar; Simiocracia, de Aleix Saló; y Crim de sang, de Sebastià Alzamora.

Los escritores no faltaron y se pudo ver, bien paseando bien firmando ejemplares de sus obras, a Neus Canyelles, Damià Pons, Sebastià Perelló o Biel Mesquida. El autor de Llefre de tu calificó de "un paso atrás" el cambio de ubicación de la Fira, del Born, donde se celebraba tradicionalmente, al Parc de les Estacions, y apostó por nuevos barrios situados en el corazón de Ciutat, como el de Flassaders. Animado por la pitada contra los bancos que se escuchaba en Avingudes, el poeta afirmó que "estamos viviendo una primavera de lucha" aunque lamentó que ese combate, "el de la lengua, la cultura y salud, lo más elemental, ya se hacía en el franquismo. En lugar de avanzar, vamos cul enrere".

"Lucharemos y trabajaremos por volver a es Born, donde las condiciones eran inmejorables", anunció el editor Francesc Moll. "Y lo de las terrazas no era excusa. Cabíamos todos, cafeterías y expositores", espetó al tiempo que se secaba el sudor: "No me gusta el calor cuando resulta insoportable".

"Físicamente, la Fira está siendo dura. Por la mañana el sol nos castiga y a la gente le costará acercarse. Es Born era más guapo y está protegido por los árboles. Somos muchos lo que andamos buscando ventiladores, sombrillas o abanicos", comentó Elisa Bonet, de la librería Àlia.

"Quizá haya que esperar unos días para valorar el cambio, pero es Born invita más al paseo agradable que el Parc de les Estacions", agregó Toni Moll, de Llibres Mallorca. "Que pongan una carpa, que nos asfixiamos", protestó Pere Prohens, libro en mano.