Por primera vez en el Solleric, dos artistas autónomos unen sus fuerzas para crear una exposición conjunta. Desde España hasta Filipinas, desde el pasado hasta el futuro, desde una cultura a otra. El creador estadounidense de origen filipino Robert Gutiérrez y el mallorquín Albert Pinya ofrecerán a partir de hoy y hasta finales de julio, en la zona base del casal expositivo, la reflexión Roleplay Colonial, o lo que es lo mismo, cuatro pinturas, dos obras gráficas intervenidas y dos instalaciones específicas in propositum para el lugar en donde se hallan. A través de la puesta en común de ambas culturas, de ideas, creencias, mitos, documentación histórica, interacciones e influencias, ambos se enzarzan en una "batalla creativa", donde modifican hasta el último minuto el resultado de sus piezas, tratando de encontrar puntos en común desde los que hablar de la historia colonial entre España y Filipinas.

´(Hiper) vincles´

La idea de este proyecto común nace de Gutiérrez, residente que ha formado parte de la última hornada de intercambio de creadores que se llevaba a cabo en el centro de residencia de artistas (CRIDA). Comisariada por Pau Waelder y Fernando Gómez de la Cuesta, la muestra se enmarca dentro del ciclo de tres exposiciones titulado (Hiper) vincles, que cuenta con la colaboración de la regiduría de Cultura, la Fundación Palma Espai d´Art y el Banco Santander. Esta será la segunda muestra que se realiza tras el inicio con Martin John Callanan en el Solleric.

En este caso, la cultura y la historia aparecen hipervinculadas, retroalimentadas e influidas por las visiones de dos artistas individuales con un proyecto conjunto. Albert Pinya, que confesó durante la presentación el gran cariño que sentía por Gutiérrez, también reconoció que el proceso de creación necesitó de mucha "paciencia". Al igual que las historias épicas leídas en los archivos históricos, ellos partieron de las grandes pinturas murales de Gutiérrez para comenzar a gestar la envergadura de la exposición. De esta forma, el volumen tridimensional fue adquiriendo cada vez más importancia, y las instalaciones creadas tomaron muchos de los elementos resultantes de las pinturas.

Comparando sus brochas, los cuadros poseen trazos de la característica iconografía de Pinya €pintura más simple y gráfica€ mezclados con la precisión y el detalle del trazo de Gutiérrez. En la última sala, el proyecto adquiere carácter multimedia gracias a la intervención musical de Sebastián Ferrer (Dj Triki), un habitual en los trabajos de Pinya. En ellos se extraen momentos de la historia que evidencian que cualquier hecho histórico sufre modificaciones de percepción al mismo tiempo que la globalización va cambiándola. La comprensión del conflicto según un artista u otro se mezcla y diferencia, al mismo tiempo, dejando entrever una conclusión común: la reivindicación de una "masacre" todavía muy presente en Filipinas, y a menudo poco recordada en España.