Ya fuera por su fina ironía o la manera en la que sigue siendo capaz de impartir una clase en la que se relacionan los clásicos con el presente más jugoso, Jaime Llabrés (Palma, 1942) fue ayer, nuevamente, capaz de crear un universo paralelo al real, desde donde conseguir que los espectadores accediesen sin tapujos a las más bellas joyas literarias, clásicos cinematográficos y otras anécdotas graciosas de las que ha sido protagonista a lo largo de su extensa carrera profesional. Su particular visión de la enseñanza le ha hecho singular, haciendo que permanezca en la memoria colectiva de los que un día lo tuvieron como maestro, título del que no se considerará nunca jubilado. Ayer asistieron al Club DIARIO de MALLORCA numerosos entusiastas del profesor Llabrés, que sin más armas que las fundamentales "improvisación, autoridad y amor por lo que uno enseña", supo volver a ilusionarles al presenciar una de las magistrales clases con las que tanto aprendieron. Profesor de Lengua Castellana y Literatura, aprendió por las circunstancias del momento lenguas "vivas" como el griego y el latín, con las que aleccionó ayer al auditorio presente, recordando por qué fueron tan fundamentales y lamentando la pérdida de éstas en los bachilleratos actuales.

Enseñar no es educar

Durante el coloquio, el que fuera profesor, exjefe de estudios y exdirector general del citado centro, habló sin más recursos que su voz. Su particular humor, con el que hacía gala de saber maridar la figura del héroe de la Odisea de Homero con Ethan en Centauros del Desierto, o la competitividad presente en Carros de Fuego con Mourinho, hizo la charla tan amena que no hicieron falta más que ganas de escuchar. Ganas de recordar a los clásicos de la literatura española, de recordar versos de poemas de Lope De Vega, las Coplas de Jorge Manrique, de citar joyas del séptimo arte como Morir con las botas puestas, directores como John Ford y novelistas como William Folder. Tiempo hubo también para parodiar el boom €un anglicismo más incorporado a nuestro lenguaje€ de la novela escandinava, "de los best seller vampíricos" y de recordar a los profesores que hay que predicar con el ejemplo.

"De su estilo de enseñanza vitalista se desprende un auténtico modelo de educación", detallaba Miguel Borrás, responsable del Club y exalumno de Llabrés. No ocultó en ningún momento lo especial que este día era para él: "De sus clases podías intuir como empezarían, pero nunca como iban a terminar".

Así, la tarde transcurrió entre el balance realismo-idealismo, pero dejando bien presente la idea de Tempus fugit (El tiempo huye) y que aunque es necesario disfrutar de la vida (Carpe Diem), es imprescindible poseer una formación humanistica básica y en especial, un espíritu crítico.

"El maestro tiene a veces que ser un showman" y saber dominar el suspense. Pero por encima de todo, enseñar "actitudes" para llevar una vida serena: Lauream mediocritas. Del latín, adorable medianía. Encontrar el equilibrio justo. Lejos de cualquier tipo de excesos.