"Es como dejar de fumar: lo intentamos y a veces funciona, pero otras veces, volvemos a recaer. Pues la cuestión de abandonar la prostitución es igual", asegura Felicidad Martínez, una de las coordinadoras del Casal Petit, que es el centro de atención social de la congregación de las Hermanas Oblatas en Palma. Esta institución religiosa que tiene como misión fundacional el acoger y acompañar a mujeres que ejercen la prostitución para mejorar su calidad de vida gestiona desde hace 5 años el piso tutelado Lausana.

Esta vivienda está destinada precisamente a servir de refugio para facilitar un alejamiento del mundo de la prostitución. Un alojamiento que puede prolongarse hasta los 8 meses y que pretende servir de puente hacia un nuevo entorno sociolaboral para la mujer. Aunque esta circunstancia se topa actualmente con el inconveniente de la situación actual del mercado laboral: "Antes nos servíamos de una red de empresas y entidades con la que ahora ya no podemos contar", añade Martínez.

Otra de las coordinadoras de las instalaciones, Nieves de León, apunta que las 5 plazas con las que cuenta el piso tutelado se cubren por solicitud directa, o bien casos derivados por servicios sociales o por la Policía. La intervención de los cuerpos de seguridad se da en las situaciones de trata de mujeres, cuando se produce una denuncia y se debe dar cobijo de forma urgente a esas personas.

De León afirma que el único requisito general que deben cumplir las usuarias de la vivienda compartida es un compromiso de implicación personal en un proceso de formación y de búsqueda laboral. Y es que para muchas residentes, la estancia en el piso coincide o es el paso siguiente a una etapa de participación en talleres en el Casal Petit €situado en la calle Martí Feliu de Palma.

Las mujeres que deciden participar en los talleres de formación reciben a cambio una beca que les permite afrontar algunos gastos personales sin necesidad de ´hacer la calle´. Esta formación da a conocer a las interesadas los recursos públicos a los que se pueden acoger e imparte hábitos cotidianos de inserción laboral.

De León reconoce que no es fácil salir de la prostitución y que lo habitual es que sigan ejerciendo por esa necesidad de dinero. También destaca el sentimiento de miedo que tienen las mujeres obligadas a prostituirse, "la mayoría de las veces regresan a su país y allí siguen teniendo miedo por culpa de esa complicada relación de los proxenetas que a la vez son sus novios", añade la coordinadora.

El proyecto del piso Lausana cuenta con ayuda económica de la Obra Social Sa Nostra. Martínez asegura que en tiempos de carencia y de recortes "se agradece especialmente un apoyo como el de Sa Nostra, una entidad que desde el principio ha colaborado con el trabajo de las Hermanas Oblatas". La institución religiosa llegó a Mallorca en 1924, pero no fue hasta los años 80 cuando comenzó a trabajar directamente con la prostitución. El Casal Petit abrió en 2001 y el piso tutelado, en 2007.