Kettylin Magnusson está de actualidad y no solo porque hoy se celebre el primer mercadillo benéfico organizado por SPM, sino también por el pleito que mantiene con los nuevos propietarios de su casa de Son Vida, una de las más lujosas de la isla que tuvo que abandonar hace unas semanas para sorpresa de muchos que no entendían ese cambio en el estilo de vida de esta mujer casada con el empresario sueco Lars Magnusson, antiguo propietario del Casino de Mallorca. Desde que se instaló en esta isla no ha dejado de sorprender con su energía y positivismo, poniendo al mal tiempo buena cara.

–Se habla mucho de usted pero pocos conocen su historia. ¿Quién es Kettylin Magnusson?

–Me dicen que soy una fuerza de la naturaleza y he acabado por creerlo. Mi vida ha sido de novela pero estoy muy satisfecha con lo que he vivido, no cambiaría nada. Nací en una familia de comerciantes en un pueblecito del centro de Puerto Rico, una familia acomodada. Mi padre fue un visionario y mi madre una mujer extraordinaria quince años mayor que él. He vivido en la mezcla y esto me ha dado una seguridad y una manera de ser que me permite estar cómoda en todos los ambientes. No me impresiona nada.

–¿Su vida ha sido siempre aparentemente fácil?

–Para nada. A los dieciséis años recibí el primer golpe duro. Mis padres se divorciaron. Mi padre se marchó a Costa Rica y tuve que buscarme la vida yo solita. Cuando creía que todo iba a ser color de rosa, de pronto todo cambió. Pensé que no pasaba nada, que había que resolver los problemas como hacían otros y me puse a trabajar y a estudiar. Siempre he tenido buenas oportunidades, siempre he tenido el reto intelectual de crear. He buscado negocios que me dieran satisfacción inmediata, soy de las que se arriesgan desde el positivismo. Me casé muy joven, tuve dos hijos y, mientras, trabajaba en la televisión. Mi primer marido Miguel Ballester era de padre mallorquín, de Sóller. En Puerto Rico hicieron negocios impresionantes. Me quedé viuda jovencísima. Fue muy duro pero lo afronté con valentía.

–¿Cómo?

–Fui a buscar a mi padre, a sanar viejas heridas. No quería ser una viudita que diera pena a todos, así que cambié radicalmente de vida. A los seis meses ya tenía una concesión de maderas muy importante. ¡Fui a vender a Cuba pese a tener pasaporte norteamericano! En mi segundo viaje a Cuba conocí a Lars, mi actual marido, un cerebro de los negocios impresionante.

–Uno de los hombres más ricos de Europa, al menos en esa época.

–Un hombre hecho a sí mismo nacido en un humilde pueblo de Suecia que ha conseguido grandes cosas. Es un hombre de negocios arriesgado. No me equivoqué, es el hombre de mi vida.

–Barcos de lujo, aviones privados, casas inmensas donde daban grandes fiestas, el Casino... ¿Porqué eligieron Mallorca como base de sus negocios?

–Lars tenía su barco aquí, de cuarenta y cuatro metros, pero era uno más de sus negocios porque hacía charters y, qué mejor puerto que el de Palma para esto. Sus oficinas en realidad están en Holanda. Para mi cumpleaños ya me había comprado la casa de Son Vida. Era un tiempo muy parecido al de hoy, de crisis también, pero hice un buen negocio. Vivimos una época de esplendor brutal, de gran lujo, es verdad, y la disfrutamos aunque no siempre nos entendieran. Aquí se vive con más discreción, se esconde más todo, hay otra forma de entender el lujo. Al final lo he comprendido.

–¿Cómo es viajar siempre en jet privado y vivir en una casa de 3.500 metros cuadrados?

–Maravilloso, cómodo. Pero yo me adapto a todo. En la casa queríamos compartir lo que teníamos, de ahí las grandes fiestas. Inocentemente, porque eso nos trajo muchos problemas, no nos entendían. Teníamos otras costumbres que aquí chocaron.

–¿Por qué han abandonado la casa de Son Vida?

–El tiempo pondrá cada cosa en su sitio y yo no quiero mentir. La realidad es que nosotros confiamos en unas personas que creíamos que eran nuestros amigos. Mucha gente nos avisó. Creo que todo fue planificado y premeditado. Creo que viví entre víboras sin saberlo. No lo puedo entender tratándose de gente con un nivel socio económico tan alto. Eran nuestros amigos. De mayor quería ser como ellos. Me ha dolido mucho más la traición que el impacto económico. Lo que hemos logrado ha sido trabajando. La crisis nos ha dado duro pero no conozco a una persona más valiente y brillante que mi marido. No es la primera vez que ha tenido un golpe fuerte y lo ha superado ganando más todavía. La vida te devuelve lo que das, y estoy segura de que esta gente que me ve haciendo cosas y triunfando debe rabiar. Esto que nos ha pasado nos ha hecho más fuertes. Abandonar la casa ha sido como una limpieza, un nuevo despertar tras el letargo. No me hace falta porque también me dio muchos dolores de cabeza. Ahora estoy mucho más cómoda. Tengo planes de futuro, de negocios, de conciencia social. Y vamos a ir a los tribunales, a por todas, eso por descontado.

–El Club SPM la habrá ayudado.

–Mucho. Mis amigas me recordaron que tenía un potencial enorme en un momento muy complicado de mi vida. Me puse las pilas como siempre he hecho. Soy publicista y ya tocaba ayudar a las demás, pero de una manera comercial. El club es de ayuda y de aprovechamiento empresarial entre nosotras. La gente lo ha criticado sin saber, pero esto precisamente nos ha hecho más fuertes. Cuando las mujeres vienen al Club buscan pertenecer a algo que sea de Mallorca, que alguien que sea de aquí les abra las puertas. Hay una energía increíble, todas tienen su oportunidad.

–Hábleme del mercadillo de hoy.

–Nos da otra oportunidad para conocernos mejor, de compromiso social. Será en Amadip Esment de Palmanova. Me encanta lo que hace esta fundación y queremos darla a conocer y de paso ayudar al padre Pep Toni, de la iglesia de Palmanova, que da comida semanalmente a más de doscientas familias repartiendo productos básicos de alimentación y ropa. Hace una labor fabulosa y hay que ayudarle. Será de diez de la mañana a seis de la tarde. Vendrán deportistas muy famosos a ayudarnos, así que no se lo pierdan, será muy divertido.